Más de 53 millones de estadounidenses actúan como cuidadores, enfrentando estrés, dificultades económicas y burnout en medio de una crisis que demanda atención inmediata.

La situación del cuidado de personas en Estados Unidos se ha convertido en una crisis de proporciones considerables, afectando a millones de familias en todo el país.

Según un informe de 2020 elaborado por AARP y la Alianza Nacional para el Cuidado, más del 20% de los adultos en Estados Unidos asumen roles de cuidadores, ya sea de familiares mayores, personas con necesidades especiales o niños con discapacidades.

Esto implica que aproximadamente 53 millones de estadounidenses están dedicados a cuidar a otros, un aumento respecto a los 43,5 millones que se registraron cinco años antes.

Este fenómeno, conocido como la generación sándwich, describe a aquellas personas que deben atender tanto a sus hijos como a sus padres o familiares mayores, enfrentándose a una doble carga emocional y física.

Candace Dellacona, por ejemplo, es una madre que cuidaba a su padre y a su tío mientras criaba a sus tres hijos. A pesar de contar con información y recursos disponibles, ella señala que el acceso a estos recursos no siempre es sencillo, y que las diferencias económicas, sociales y de tiempo dificultan que todos puedan beneficiarse de ellos.

"Es algo que nos afecta a todos, pero no todos tienen las mismas capacidades para afrontarlo", comenta.

La magnitud de esta crisis se refleja en los gastos asociados al cuidado. Un informe reciente de The Holding Co. estima que en Estados Unidos se gastan aproximadamente 600 mil millones de dólares anuales en cuidados, lo que equivaldría a unos 540 mil millones de euros, considerando una tasa de cambio de 1 USD = 0,9 EUR.

Estos gastos incluyen atención infantil, residencias de ancianos, hospicios, centros de retiro, cuidados domiciliarios y otros recursos esenciales para quienes brindan atención.

Muchos cuidadores se ven en la necesidad de abandonar o reducir su participación en el mercado laboral para dedicarse a tiempo completo a sus seres queridos.

Un estudio de Edward Jones, que encuestó a más de 3,000 adultos, reveló que la mitad de los cuidadores ha reducido su gasto personal, ha dejado su empleo o ha asumido deudas para poder afrontar estos gastos.

La carga emocional y mental también es significativa; la mayoría reporta sentir estrés, agotamiento y dificultades para priorizar su propia salud.

David Cook, de 68 años, dedicó casi una década a cuidar de su esposa antes de que ella falleciera en diciembre pasado. Para poder hacerlo, se retiró anticipadamente, lo que afectó su salud física y emocional. Durante ese período, perdió 18 kilos en aproximadamente un mes, y el estrés impactó gravemente en su bienestar. "Nunca pensé que sería capaz de cuidar a alguien de esa manera, pero la vida te pone en situaciones que cambian todo", comenta.

La historia de Cook es solo una entre muchas que reflejan la necesidad de soluciones políticas y sociales para este problema. La crisis del cuidado no solo afecta a las familias, sino que también tiene implicaciones económicas a nivel nacional, pues la pérdida de productividad y el aumento de gastos en salud mental representan un costo adicional para el país.

A nivel histórico, esta problemática no es nueva. Desde principios del siglo XX, la población envejece progresivamente, y los sistemas de salud y bienestar no han logrado adaptarse a la demanda creciente de cuidados especializados.

La esperanza de vida en Estados Unidos ha aumentado a 78 años, en comparación con los 74 de hace 50 años, incrementando la presión sobre los cuidadores familiares.

En un contexto más amplio, países como Japón y Alemania han implementado políticas para aliviar esta carga, incluyendo subsidios, programas de apoyo y servicios de cuidado comunitario.

Sin embargo, en Estados Unidos todavía se busca un enfoque más integral y accesible. La iniciativa de USA TODAY, llamada La Costo del Cuidado, busca visibilizar estas historias y promover un diálogo que genere soluciones reales.

La participación de la ciudadanía es fundamental. Se invita a los cuidadores y a quienes enfrentan estas dificultades a compartir sus experiencias y propuestas. Solo a través de un esfuerzo conjunto se podrá abordar esta crisis que, si no se atiende, seguirá agravándose en los años venideros. La historia de Candace, David y muchos otros nos recuerda que la atención y el apoyo a los cuidadores es una responsabilidad social que requiere acciones inmediatas y sostenidas.

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