El tenis ha experimentado cambios significativos en su estilo y estrategia a lo largo de los años, impulsados por la evolución física, tecnológica y táctica de los jugadores, así como por la estandarización en las superficies de juego.

El tenis es un deporte que ha atravesado una profunda transformación en las últimas décadas, adaptándose a los avances tecnológicos, cambios en las estrategias y nuevas características físicas de los jugadores.

Desde los años 80 hasta hoy, el juego ha pasado de ser un deporte de intercambio prolongado a uno más rápido y contundente, con intercambios cortos y golpes potentes.

Hace aproximadamente 36 años, Michael Chang, con solo 17 años, logró coronarse campeón de Roland Garros en 1989, en un contexto donde el juego predominante en la cancha era de largas campañas desde el fondo, con intercambios que podían durar varios golpes.

Chang, sin pegar muchos winners durante el torneo, sorprendió por su velocidad y precisión, demostrando que el tenis podía innovar incluso con estilos menos agresivos.

En ese entonces, los grandes campeones como Boris Becker, Stefan Edberg y Pete Sampras dominaban las canchas con un estilo basado en saques potentes y voleas rápidas, especialmente en superficies como cemento y pasto.

La diferencia de altura también marcaba una tendencia: el promedio de los jugadores Top 10 era de unos 1,90 metros, una altura que facilita el servicio y la fuerza en los golpes.

Hoy en día, los resultados y los estudios muestran que la estatura promedio de los mejores jugadores ha aumentado, situándose cerca de los 1,93 metros.

El ejemplo claro lo representa Carlos Alcaraz, con 1,83 metros, que sigue siendo de los más bajos en un circuito dominado por atletas más altos. La tendencia sugiere que la fuerza física y la potencia juegan un papel dominante en el rendimiento actual.

Otra de las tendencias actuales es la versatilidad: ya no hay especialistas en una sola superficie. En los años 80 y 90, algunos tenistas lograban destacar en superficies específicas, como Ivan Lendl en tierra batida o Pete Sampras en césped, pero hoy los jugadores de élite deben adaptarse a todos los tipos de canchas para mantenerse en la cima.

Una de las principales modificaciones en el juego vino con la homogeneización de las superficies. La ATP y la ITF decidieron ajustar la velocidad de las pelotas y las características de los circuitos para hacer que los partidos fueran más atractivos y dinámicos.

En Wimbledon, por ejemplo, se introdujeron pelotas más lentas para evitar que la clave del juego estuviera solo en el saque y la volea, promoviendo un estilo de juego más completo y basado en rallies.

El análisis de expertos como Ernest Baiget, Martí Casals y Pepus Daunis-i-Estadella revela que el juego actual es mucho más rápido y potente en todos los aspectos.

Las estadísticas muestran que el punto medio en 2023 dura apenas 10 segundos y la mayoría de los golpes por jugada oscilan entre uno y tres impactos, incluso en superficies más lentas, algo que contrasta con los intercambios más prolongados de los años 80.

Este cambio en el estilo de juego ha sido impulsado también por la mejora en la fisiología y preparación física. Los jugadores actuales están entre los más grandes y fuertes de la historia del tenis, con estilos que evolutivamente se