Nick Kyrgios se impuso a Aryna Sabalenka en Dubai, en una exhibición promocionada como la reedición de la Batalla de los Sexos. El choque, disputado bajo reglas especiales, dejó una actuación desigual y una conversación encendida sobre el formato y el espectáculo.

En Dubai, en el Coca Cola Arena, Aryna Sabalenka, número uno de la WTA, y Nick Kyrgios, con su ranking más bajo de la ATP en ese momento, cerraron la edición más reciente de la denominada Batalla de los Sexos.

El encuentro, disputado bajo reglas especiales y con un formato atípico para este tipo de duelos, terminó con una cómoda victoria de Kyrgios por 6-3 y 6-3.

Sabalenka, que llegó a la cancha con la intención de imponer su ritmo habitual, encontró a un Kyrgios más relajado, capaz de manejar los cambios de tempo y de controlar la dinámica del punto sin exigir un desgaste extremo.

La contienda, que se jugó a tres sets, dejó claro que no sería un espectáculo explosivo, pero sí una muestra de talento y de estrategia en un marco de exhibición.

No fue solo un choque entre dos jugadores: fue un experimento sobre cómo podría adaptarse el tenis de él y el femenino a un formato más ligero y con reglas distintas a las habituales.

"Me sentí muy bien. Planté cara y él tuvo que esforzarse mucho. Jugué a un gran nivel y disfruté del espectáculo", declaró Sabalenka tras el encuentro. Kyrgios, por su parte, coincidió en que fue un duelo muy duro y elogió la calidad de su rival: "Ella es una competidora increíble y una gran campeona.

Tuve que esforzarme al máximo; podría haber ganado cualquiera de los dos". Esas palabras dejaron entrever que, más allá del resultado, el choque aportó momentos de tenis puro, incluso cuando el público no respondió con el mismo ímpetu que en grandes finales.

Desde fuera, el ambiente reflejó una atmósfera distinta a la de un gran evento. El estadio, con capacidad para 17 mil espectadores, parecía lejos de estar lleno: las autoridades anunciaron 6 mil entradas vendidas, un número que encaja con la lectura de una exhibición de nicho más que de una cita deportiva de alto voltaje.

Según los organizadores, y citando a la firma Evolve, encargada de coordinar a los protagonistas, las mujeres se desplazan un 9 por ciento más lento en este tipo de pruebas, lo que influyó en la distribución de puntos y en la smoothed tempo de la sesión.

Aun así, Sabalenka mostró atisbos de su mejor tenis cuando conectó golpes penetrantes que encontraron la anticipación de Kyrgios, y el público presenció algunos momentos interesantes, como when Sabalenka encontró zonas ganadoras que motivaron reacciones en las tribunas.

En un toque de color no exento de humor, la bielorrusa se animó a bailar la Macarena durante el segundo set, un detalle que aportó un respiro de ligereza a una tarde que, a nivel competitivo, no se convirtió en un espectáculo frenético.

Es relevante situar este encuentro en un marco histórico más amplio. La exhibición fue promocionada como una reedición del famoso choque de 1973 entre Billie Jean King y Bobby Riggs. Aquella confrontación, que King ganó con parciales 6-4, 6-4 y 6-3, dejó una huella indeleble en la historia del tenis y en la lucha por la igualdad de género.

En Dubai, la idea era revivir ese simbolismo y, al mismo tiempo, examinar cómo varía el interés del público y la percepción de la competencia cuando se juega fuera del circuito regular.

Sin embargo, las controversias no tardaron en surgir: críticos cuestionaron si el formato respondía a una necesidad real del tenis femenino o si se trataba simplemente de una maniobra de marketing para atraer audiencias y patrocinadores.

El debate, lejos de cerrarse, amplió el foco sobre si estas exhibiciones deben priorizar la narrativa histórica o la autenticidad competitiva.

En el aspecto deportivo puro, Sabalenka había cerrado 2025 coronándose campeona de un cuarto Grand Slam y manteniendo el número 1 durante toda la temporada, con una trayectoria que la colocó entre las jugadoras más consistentes del año.

Kyrgios, por su parte, afrontó un año condicionado por lesiones y por una irregularidad que contrasta con su pico de alto rendimiento en temporadas pasadas.

Al final del encuentro, el australiano dejó claro que, a pesar de las circunstancias, continúa buscando competir al máximo y que “volver a jugar contra ella” podría ser una experiencia enriquecedora para mostrar su evolución.

Sabalenka, por su parte, asumió el reto con actitud positiva y dejó la puerta abierta a futuros duelos, subrayando que el escenario de exhibición no opaca sus objetivos de cara a la temporada regular.

No se reportaron precios de entradas en la fuente original, por lo que no se realizó conversión de billetes a euros. En cualquier caso, el casoDubai de este encuentro refleja cómo el tenis, en su versión más mediática, continúa navegando entre la aspiración de grandes audiencias y la necesidad de mantener la integridad competitiva de sus protagonistas.

Aun con un resultado claro y un ritmo que no siempre respondía a las expectativas, Kyrgios y Sabalenka ofrecieron un espectáculo de calidad técnica, que alimenta el debate sobre el futuro de este tipo de citas y su papel en la promoción del tenis femenino dentro de un marco de mayor visibilidad para el deporte en general.