La gestión de Marcelo Moretti en San Lorenzo podría finalizar tras la difusión de un video polémico, investigaciones por administración fraudulenta y una acefalía que ya marcó su periodo al frente del club de Boedo.

La historia reciente de San Lorenzo ha quedado cruzada por sospechas y desencadenamientos que apuntan a la difícil etapa de Marcelo Moretti al frente del club de Boedo.

El 22 de abril, una aparición mediática en Canal 9 mostró una cámara oculta en la que se ve al presidente guardándose un fajo de dinero en el bolsillo de su saco a cambio de facilitar el fichaje de un juvenil de las Inferiores.

Aunque el resto de la dinámica institucional había estado marcada por disputas internas, ese momento fue interpretado por la afición y por muchos dirigentes como el punto de no retorno para su gestión.

A partir de ahí, la figura de Moretti fue perdiendo fuerza pública, a tal punto que sus intentos de sostén institucional, mediante apoyos en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), no lograron revertir la erosión y terminaron desembocando en la acefalía de la que atraviesa el club desde la semana pasada.

El episodio, apodado por la prensa como el “morettigate de los dólares”, fue la gota que desbordó un vaso ya lleno de controversias. La imagen de Moretti en su despacho, supuestamente recibiendo una coima para beneficiar un fichaje, fue considerada intolerable por buena parte de la dirigencia y la hinchada.

En cuanto a la respuesta judicial, se abrió una investigación por administración fraudulenta, con procesos en curso en la Nación y en la CABA, en paralelo a una causa ya avanzada.

En una de esas causas, el propio Moretti fue procesado recientemente.

Antes de este episodio, el presidente ya había protagonizado varios enfrentamientos que alimentaron el ruido alrededor de su gestión durante 2024.

El respaldo obtenido en las urnas en diciembre de 2023 parecía haber encendido una ilusión que se fue apagando, a medida que llegaban decisiones controvertidas que generaban fricción interna y descontento externo.

En el propio acto de asunción, Moretti disparó contra la gestión anterior (liderada por Horacio Arreceygor, en el tránsito hacia la era de Matías Lammens y Marcelo Tinelli), y cuando parecía haber logrado cierta cohesión apareció el primer choque con un ídolo: Ruben Darío Insua, a quien decidió desafectar a los dos meses de asumir luego de firmarle contrato por dos años.

El relato del manejo del fútbol profesional de San Lorenzo no se limitó a disputas internas. También se vivió un episodio que dejó una sensación de desorden institucional: el registro de un comprobante irregular enviado a la dirigencia de Independiente Rivadavia de Mendoza para la compra de Matías Reali.

En la Reserva, se apuntó a fichajes de jugadores de mayor edad, como el caso de Maximiliano Zelaya, de 27 años, vinculado a un círculo cercano a Moretti.

En el plano financiero, los atrasos salariales y las promesas de pago incumplidas fueron una constante. A modo de ejemplo, a finales de 2023 el club debió vender a dos juveniles, Santiago Sosa y Agustín Hausch, a Defensa y Justicia por unos 1,7 millones de dólares para cubrir haberes del plantel y otros gastos.

Esa operación fue utilizada por la dirigencia para sostener la masa salarial en un contexto crítico de tesorería. En paralelo, durante el año anterior se afirmaba que San Lorenzo tenía abierta una línea de crédito con Sur Finanzas, una financiera de origen independiente que, según se informó, recibió varios desembolsos para cubrir deudas de sueldos y proveedores.

Las cifras de esa gestión financiera arrojaron un saldo de préstamos que, entre todos, superaría los aproximadamente 1.900 millones de pesos argentinos. Traducido a euros a la luz de las conversiones actuales, esa suma ronda los 7,3 millones de euros. Si bien una voz directiva ya renunciada aseguraba que el club iba pagando la mayor parte, quedaría una deuda en curso con la financiera que oscilaría entre 200.000 y 300.000 dólares, es decir, entre unos 184.000 y 276.000 euros.

La acefalía del 16 de septiembre pasado ya había ocurrido con toda la fuerza de una protesta que obligó a Moretti a abandonar la sede entre custodia policial.

Aunque el juez dictó en su momento la anulación de esa rotura de poder, la resolución no fue suficiente para borrar el enojo de amplia parte de la afición.

En octubre volvió a pedir la impugnación ante el mismo juzgado, y la incertidumbre persiste: si no se concede la impugnación, no quedará camino para intentar regresar al mando.

El San Lorenzo contemporáneo ha convivido con un escenario de conflictos que trasciende lo puramente deportivo. Por un lado, la institución azulgrana ha sido objeto de escrutinio en el marco de la investigación a la financiera Sur Finanzas y su vínculo cercano con la dirección de la AFA, que ha sido cuestionado por distintos sectores.

Por otro, el club necesita sostener su identidad histórica en el barrio de Boedo, con su estadio Nuevo Gasómetro, y una base de aficionados que exige transparencia.

En el análisis histórico más amplio, la situación de Moretti se inscribe en una serie de episodios que han sacudido al fútbol argentino en la última década: gobernanzas que han enfrentado escándalos de manejo, casos de coimas y procesos judiciales que han puesto en tensión la credibilidad de las dirigencias y la continuidad de proyectos deportivos.

Aunque San Lorenzo es uno de los clubes con mayor bagaje en el fútbol argentino y ha logrado títulos de relevancia, su marco institucional ha tenido que lidiar, en los últimos tiempos, con la tarea de reconstruir confianza ante una audiencia cada vez más exigente.

Por ahora, el futuro de Moretti y de la conducción azulgrana dependerá de la respuesta de la Justicia y de la capacidad de la dirigencia para consolidar una gestión que recupere la estabilidad económica y deportiva que el club necesita para volver a competir en los niveles que históricamente le correspondieron.