El conjunto de River Plate perdió en Potosí en una actuación marcada por una estrategia táctica que no resultó como se planeaba. La derrota impacta en su clasificación y evidencia los riesgos de apostar por tácticas arriesgadas en el fútbol profesional.
La estrategia que preparó River Plate para enfrentar a su tradicional rival, Boca Juniors, en un partido celebrado en Potosí, Bolivia, terminó en una derrota que dejó en evidencia las fallas de un plan que se pensó inicialmente como una maniobra para sorprender.
La táctica consistió en jugar de manera desordenada durante dos meses, con el objetivo de que el equipo contrario no pudiese anticiparse a su estilo de juego.
La idea era mantener en secreto su forma de jugar, confiando en que esa confusión les daría ventaja en el campo.
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Una declaración emblemática de Marcelo Gallardo, en 2018, reflejaba su enfoque estratégico en momentos difíciles: “Jugar mal durante dos meses y que el rival no sepa cómo jugamos.” En esa ocasión, apuntaba a la final de la Supercopa Argentina contra Boca, en la que River venció 2-0 con goles de Gonzalo Martínez, en penal, e Ignacio Scocco.
Esa victoria en Mendoza fue solo el principio de un año que quedó grabado en la historia del elenco millonario, ya que luego conquistaron la Copa Libertadores en Madrid, coronándose campeones continentales.
Para aquel entonces, River atravesaba un momento de crisis, con resultados adversos y rumores de cambios internos. La estrategia de Gallardo buscaba precisamente eso: mantener al rival desconcertado y aprovechar las oportunidades que pudieran surgir.
En materiales históricos, se comenta que la táctica incluía provocar una pérdida de rumbo en Boca, quien en ese momento era el favorito en las encuestas y parecía tener un control mayor en el torneo.
La idea era que, si Boca no lograba entender el plan, River podría capitalizar errores y conseguir un resultado favorable.
Sin embargo, en la reciente confrontación en Potosí, presente en el Torneo Clausura 2025, la estrategia no tuvo los efectos deseados. El conjunto millonario no logró sorprender a su rival y perdió el partido, en gran parte debido a errores propios y a que Milton Giménez -jugador de Boca- no estuvo preciso al definir las ocasiones de gol.
La derrota no solo afecta la clasificación en la competencia, sino que también deja varias interrogantes sobre la efectividad de planes tácticos que, por muy elaborados que sean, requieren de ejecución y adaptabilidad en el campo.
Esta situación deja una valiosa lección para los entrenadores: en fútbol, nada está asegurado y las estrategias deben ser flexibles. La prudencia y el respeto por el rival siguen siendo elementos vitales, más allá de los planes elaborados en las salas de análisis. La historia del fútbol argentino está llena de ejemplos donde las tácticas atrevidas han dado resultados, pero también de aquellos donde la sencillez y la lectura del juego han sido las claves para la victoria.
Finalmente, River Plate seguramente analizará sus errores y buscará recomponerse para lo que resta del semestre. La derrota en Potosí será un recordatorio de que en el fútbol, como en la vida, la improvisación, reconocer las propias debilidades y mantener el respeto por el adversario, son esenciales para mantener la competitividad y aspirar a la gloria.
En moneda europea, considerando un tipo de cambio de aproximadamente 0,92 euros por cada euro, la inversión que hacía el equipo en su estrategia (que en el caso original se mencionó como más de 50 millones de euros) equivaldría a unos 46 millones de euros.
Aunque en esta ocasión la estrategia no fue efectiva, la inversión en recursos y planificación en el fútbol sigue siendo una de las más altas en el deporte profesional mundial, especialmente en clubes históricos como River Plate.