El estadio Guillermo Laza, sede de Deportivo Riestra, refleja el contraste en el fútbol argentino, donde la llegada a la Primera División se enfrenta a normativas y realidades económicas.
El estadio Guillermo Laza es un claro ejemplo de la disparidad en el fútbol argentino. Su aspecto dista mucho de lo que se espera de un recinto de Primera División. La predominancia del color negro, que corresponde al principal patrocinador de Deportivo Riestra, se hace evidente en las paredes de los palcos, mientras que la sombra que limita los espacios contiguos al estadio, como una cancha auxiliar y una piscina, es palpable.
Además, junto a una de las plateas, puede visualizarse un aparcamiento improvisado. El panorama se complementa con la cancha de San Lorenzo, que permite hacer una comparación entre dimensiones y realidades en el ámbito del fútbol argentino: la posibilidad de ascender a la Primera División está abierta, pero no es para todos.
En el lapso de una década, Deportivo Riestra ha conseguido una hazaña notable, aunque su estadio no cumple con los requisitos establecidos por la AFA para albergar partidos en la máxima categoría.
Según el artículo 84 del Reglamento General, se exige un aforo mínimo de 15,000 espectadores, mientras que el recinto del Bajo Flores solo tiene capacidad para 3,000, con un par de tribunas detrás de los arcos, una platea y un palco.
El partido entre Deportivo Riestra y Barracas Central se llevó a cabo en este complejo, donde Barracas también ejerce de local debido a las remodelaciones de su propio estadio, el Claudio Chiqui Tapia.
Este último, al igual que el de Riestra, adolece de no cumplir con los estándares de Primera. Durante el partido, se dejó sentir la música en vivo de la DJ local, Lis Gámez, nieta del ex presidente de Vélez, Raúl Gámez. El choque terminó en un soporífico empate 0 a 0, un resultado que refleja la falta de chispa típica de los partidos del Ascenso. Además, ambos equipos carecen de un sistema de iluminación adecuado para jugar de noche. Este segundo encuentro en la Liga Profesional se asemejó bastante a las otras 93 ocasiones en que se han enfrentado en las distintas divisiones del fútbol argentino, excluyendo la Segunda División.
La rivalidad entre ambos clubes, Barracas Central y Deportivo Riestra, es notable no solo por su cercanía geográfica, sino también por las historias que ambos han tejido en su camino por el fútbol argentino.
Mientras Barracas es vinculado con el actual presidente de la AFA, Claudio Tapia, quien tuvo una carrera como delantero en las décadas de 1980, el Malevo —como es apodado Riestra— se ve como una prolongación de entidades que operan bajo un esquema similar al de las sociedades anónimas.
Víctor Stinfale, que gestiona el equipo, mantiene un perfil polémico en el deporte y su presencia en la Liga Profesional alimenta un continuo marketing para su bebida energizante.
El ambiente en el estadio Riestra es peculiar, donde la cultura del espectáculo incluye la inclusión de jugadores jóvenes para captar la atención de los medios y la cercanía con un streamer que ha sido titular en los partidos, aunque no haya tocado la pelota.
Cristian Fabbiani, el entrenador, justifica estas decisiones diciendo: 'A mí me paga la latita y si hay que ponerlo porque vende latitas, lo pongo'.
En este contexto, la expulsión del jugador Milton Céliz, quien fue amonestado dos veces por faltas a Tapia, añadiendo tensión y dramatismo al partido.
A pesar de estar en desventaja numérica, Deportivo Riestra no se dejó amedrentar, mostrando un sólido enfoque defensivo. El arquero Ignacio Arce destacó en varias ocasiones, evitando lo que podía haber sido el primer gol del encuentro.
Sin goles y sin mayores emociones, lo más significativo del encuentro fue la despedida de Gustavo Benítez, quien posterior a su sustitución, marcó el final de su carrera profesional.
Con la mirada puesta en el futuro y sin descensos para la próxima temporada, ambos equipos tienen la oportunidad de extender sus historias, con la posible ambición de escalar posiciones en la tabla y soñar con competiciones internacionales como la Copa Sudamericana y Libertadores, un objetivo que hace apenas unos años parecía lejano.