El conjunto argentino consiguió avanzar a las semifinales del torneo continental tras obtener un empate 1-1 en Brasil, superando en el global al equipo carioca. El partido estuvo marcado por incidentes y una actuación heroica de sus jugadores en un escenario histórico como el Maracaná.

En una noche memorable en el legendario estadio Maracaná, el Lanús argentino logró una clasificación heroica a las semifinales de la Copa Sudamericana tras igualar 1-1 frente al último semifinalista del Mundial de Clubes, el Fluminense de Brasil.

La victoria global fue de 2-1 a favor del equipo argentino, que supo defender con garra y firmeza su ventaja anterior en un partido que se convirtió en uno de los encuentros más emotivos y controvertidos del torneo.

El inicio del encuentro mostró una igualdad entre ambos conjuntos. A pesar de que el equipo brasileño llegaba con una mínima ventaja del partido de ida, el conjunto argentino salió decidido a jugar de tú a tú. Sin embargo, no tardó en evidenciarse que el combinado local, apoyado en su afición y en el escenario, buscaba dominar el juego agresivamente. La primera parte estuvo marcada por un intenso ritmo y varias oportunidades para ambos lados.

El Fluminense, con su ofensiva desbordante, tomó control del partido por la banda izquierda, donde Kevin Serna fue un auténtico quebradero de cabeza para Gonzalo Pérez.

A los 31 minutos, Serna realizó una acción de desborde, envió un centro preciso y Luciano Acosta, con su estatura modesta pero gran visión, bajó el balón de cabeza para habilitar a Agustín Canobbio, quien con una pirueta convirtió un golazo digno de los mejores registros.

La jugada fue claramente una de las mejores del torneo, y llevó al equipo local al descanso con la ventaja mínima, pero positiva.

Durante esos primeros 45 minutos, Acosta también tuvo la oportunidad de ampliar la diferencia con un cabezazo que rozó el palo y Everaldo Stum probó suerte con un disparo que también se estrelló en el poste, en un reflejo de la suerte esquiva del Fluminense esa noche.

En ese contexto, la ventaja del 1-0 en favor de los brasileños era un premio justo, pero no suficiente para asegurar la clasificación.

El segundo tiempo comenzó con tensión y un escenario completamente distinto. En medio de la reanudación, una escena de violencia y tensión estalló en las tribunas del Maracaná. La policía brasileña enfrentó con violencia a los hinchas argentinos, empleando palazos, gases lacrimógenos y balas de goma en una acción que quedó marcada en la memoria del encuentro.

La represión generó pánico entre los aficionados y complicó aún más la continuación del partido, lo que llevó a una demora de unos 20 minutos y a la protesta de los jugadores y técnicos.

Superada esa situación, el juego retomó sus curso, aunque con mucho menos brillo. Nahuel Losada, en un papel heroico, se convirtió en la figura del partido al detener un disparo de Matheus Martinelli en una llegada colosal del conjunto local.

No mucho tiempo después, Juan Pablo Freytes empató el partido con una cabezazo en un tiro de esquina, manteniendo con vida las aspiraciones argentinas.

Todo parecía inclinarse a favor del Fluminense, que fue dominando el balón y buscando por todos los medios la oportunidad de poner en jaque al arquero argentino.

Sin embargo, en un contragolpe preciso, Dylan Aquino tomó la iniciativa personal. El joven futbolista de solo 20 años, jugándose la vida en cada metro, combinó con Marcelino Moreno en una pared perfecta y definió con un disparo ajustado al segundo palo, anotando así el gol que sería decisivo.

El tanto de Aquino, que puso el 2-1 en el marcador global, desató la euforia en la tribuna visitante. Los futbolistas de Lanús se aferraron a ese resultado, luchando y defendiendo con todo los últimos minutos en un escenario que quedó marcado por la emoción y la tensión.

La clasificación del conjunto argentino fue celebrada como una hazaña y un ejemplo de entrega, a pesar de los incidentes y las adversidades vividas.

Este triunfo no solo representa una clasificación a semifinales, sino que también se inscribe en la historia del club, que en el pasado superó obstáculos similares en competición internacional, y continúa con una racha de partidos memorables en torneos sudamericanos desde hace varias décadas.

La noche en Río quedará grabada en la memoria de sus seguidores como un ejemplo de resistencia y pasión fútbolística en uno de los escenarios más emblemáticos del continente.