El campeonato argentino refleja un sistema con fallas estructurales, donde la competitividad y la gestión económica están en entredicho, y la coherencia en los reglamentos sigue siendo una asignatura pendiente.
El fútbol en Argentina continúa atravesando una etapa marcada por problemas administrativos y una estructura que pone en duda la calidad y la justicia en la competición.
La reciente coronación de Estudiantes de La Plata como campeón del Torneo Clausura 2025 ejemplifica algunas de las contradicciones y dificultades que enfrenta el deporte en el país.
En una final disputada en Santiago del Estero, en condiciones que muchos consideraron poco adecuadas, Estudiantes logró coronarse tras derrotar a Rosario Central en una tanda de penales.
Este escenario, que parecía alejarse de los estándares internacionales de calidad, puso en evidencia la poca uniformidad en la organización y las situaciones adversas que enfrentan los clubes en su camino a la gloria.
Lo interesante de esta historia es que, a pesar de la controversia y las irregularidades, el equipo platense ganó con méritos, defendiendo su título con una estrategia sólida y demostrando una gran resiliencia.
La final destacó también que el campeón fue un equipo que, en la tabla anual, terminó en la posición 15, lo que refleja cómo el sistema de competencia permite que clubes de diferentes niveles puedan obtener el título, poniendo en cuestionamiento la verdadera competitividad del torneo.
Para entender el contexto, hay que recordar que en las últimas décadas, el fútbol argentino ha sufrido múltiples transformaciones económicas y organizativas.
Desde fines de los años 80 y principios de los 90, con la llegada del marketing internacional y las transmisiones globales, muchas instituciones enfrentaron serios problemas financieros.
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