La trombosis representa un peligro oculto que puede afectar a atletas de élite, incluso aquellos considerados inmunes a riesgos cardiovasculares. La historia de Victor Wembanyama y otros deportistas revela la importancia de la prevención y el diagnóstico temprano para evitar consecuencias fatales.
La trombosis es una condición médica traicionera que puede afectar a cualquier persona, incluidos los deportistas de élite. Recientemente, la estrella del baloncesto francés Victor Wembanyama, quien actualmente juega en la NBA con los San Antonio Spurs, tuvo que tomarse varios meses de descanso debido a una trombosis en su hombro derecho.
La lesión, que requirió cirugía en marzo, ha puesto en duda su participación en el Campeonato Europeo de finales de agosto de 2025. Wembanyama, de 21 años, expresó que su prioridad es seguir las indicaciones médicas para recuperarse adecuadamente, recordando que la trombosis no es un asunto menor.
Este problema de salud ha afectado a numerosos atletas a lo largo de la historia. Por ejemplo, el exjugador de la NBA y miembro del Salón de la Fama Chris Bosh tuvo que finalizar su carrera debido a complicaciones relacionadas con la trombosis.
La tenista Serena Williams también sufrió episodios de coágulos sanguíneos varias veces durante su trayectoria profesional, incluyendo una operación de emergencia en 2011 por una embolia pulmonar.
Además, deportistas de alto rendimiento como Mikkel Hansen, jugador danés de balonmano, y Nikola Karabatic, también francés, tuvieron que recibir tratamiento por condiciones similares.
En el fútbol, Neven Subotic, que jugaba en Borussia Dortmund en 2016, fue apartado de la segunda mitad de la temporada por una trombosis venosa en el brazo.
La incidencia en diferentes disciplinas deportivas revela que la trombosis no discrimina y puede afectar tanto a atletas de contacto como a aquellos que realizan deportes de resistencia.
El especialista en medicina deportiva Pascal Bauer, quien dirige los departamentos de Cardiología Deportiva y Prevención Cardiovascular en la Universidad de Giessen en Alemania, explica que aunque el ejercicio regular ayuda a prevenir la trombosis, existen otros factores de riesgo.