El presidente de Boca Juniors, Juan Román Riquelme, enfrenta su primera gran oleada de críticas por parte de los hinchas, quienes cuestionan su gestión tras malos resultados y decisiones polémicas. La tensión en La Bombonera aumenta y se teme una nueva ola de protestas.
La situación en Boca Juniors atraviesa uno de sus momentos más complicados en los últimos años. El club, uno de los máximos referentes del fútbol argentino y sudamericano, enfrenta una creciente ola de malestar tanto en la hinchada como en los medios de comunicación.
La figura de Juan Román Riquelme, presidente y máximo ídolo del club, se ve cada vez más cuestionada, y las protestas en La Bombonera parecen reflejar un cambio en la percepción de los seguidores.
Por primera vez en la historia reciente, un sector de la hinchada xeneize expresó abiertamente su desacuerdo con la gestión de Riquelme, quien también actúa como vicepresidente.
Durante el último partido en condición de local, en un empate sin goles frente a Lanús, algunos hinchas de la popular comenzaron a corear cánticos y a pronunciar insultos dirigidos al máximo dirigente del club, pidiendo su renuncia y criticando su dirección.
Este hecho marca un punto de inflexión en la relación entre Riquelme y la afición. Desde que asumió en su cargo en 2022, el exfutbolista ha intentado poner en marcha un proyecto que, según sus palabras, busca devolver al club a sus glorias pasadas.
Sin embargo, los resultados deportivos no acompañan, y las decisiones del Consejo de Fútbol, liderado por Riquelme, han sido objeto de controversia.
Los resultados en la domesticación han sido dispares. En la reciente fase de clasificación a los octavos de final de una de las competencias internacionales más importantes, Boca obtuvo una clasificación que, si bien es positiva, no ha logrado convencer del todo.
La eliminación temprana en la fase previa de la Copa Libertadores en 2024, sumada a malos partidos en los torneos locales, han alimentado las críticas.
Además, algunas decisiones del cuerpo técnico y las contrataciones que realizó el club han sido muy cuestionadas. La incorporación del mediocampista chileno Carlos Palacios, por unos 10 millones de dólares, y la elección de entrenadores en corto plazo parecen haber incrementado la inestabilidad.
Estas decisiones, que algunos califican como improvisadas, generan incertidumbre en la hinchada y entre los socios.
El clima en La Bombonera se ha vuelto más tenso. La afición, que siempre ha sido el corazón del club, ahora se muestra dividida. Un sector reclama que se tomen medidas urgentes y que Riquelme se haga a un lado si no puede devolver la grandeza del club. Desde los sectores más radicalizados, incluso se amenazan con movilizaciones y “puebladas” si la situación no mejora rápidamente.
A nivel histórico, Boca siempre ha tenido momentos de crisis y reconstrucción. En los años 80, durante la dictadura militar argentina, el club sufrió momentos difíciles que fueron superados con esfuerzo y convicción. En los 2000, la llegada de clubes internacionales como River Plate y San Lorenzo supuso la necesidad de reinventarse con nuevos proyectos dirigidos por ídolos y técnicos exitosos.
Ahora, la gestión de Riquelme enfrenta el reto de recuperar esa confianza perdida. A pesar de su pasado como futbolista, en su faceta como dirigente, algunos analistas consideran que acumula errores y decisiones controvertidas. La presión aumenta y la historia dictará si logrará sacudir esta crisis o si su gestión quedará marcada por estos momentos turbulentos.
Mientras tanto, Boca intenta enfocarse en lo deportivo, con partidos importantes que definirán su clasificación y sus opciones en los torneos internacionales.
Sin embargo, la sombra de la crisis social y administrativa no desaparece, y la hinchada exige respuestas inmediatas. La próxima semana será crucial para determinar si la marea se puede revertir o si las protestas en La Bombonera continuarán en aumento, poniendo a prueba la paciencia de uno de los clubes más grandes del continente.