El equipo de Boca Juniors atraviesa una profunda crisis deportiva en 2024, con eliminaciones tempranas en copas internacionales, malos resultados en clásicos y fallos en la gestión del equipo. La situación mantiene en tensión a los hinchas y a la dirigencia del club.
La temporada 2024 de Boca Juniors ha sido marcada por una serie de tropiezos y momentos de alta tensión, generando un escenario de incertidumbre y preocupación entre su numerosa hinchada y la dirigencia del club.
Tras quedar eliminado en la Copa Libertadores y en la Copa Sudamericana en etapas prematuras, el equipo se encuentra lejos del nivel que se esperaba de uno de los clubes más grandes de Argentina y Sudamérica.
Desde que Juan Román Riquelme asumió la presidencia en diciembre de 2023, las expectativas estaban puestas en que Boca recuperara su esplendor tanto en lo económico como en lo deportivo.
Sin embargo, la realidad ha sido bastante diferente. En el torneo continental, Boca no pudo avanzar más allá de los octavos de final de la Copa Sudamericana, y en la fase de grupos de la Libertadores sufrió un desempeño irregular que terminó en una temprana eliminación.
Esto, unido a la reciente derrota ante Independiente, evidenció que el equipo necesita una profunda reestructuración.
La gestión del fútbol en Boca, que en otros tiempos fue ejemplo de organización, ha mostrado notorias fallas. Con solo 4 victorias en 11 clásicos enfrentados en 2024 y un pobre rendimiento en los partidos decisivos, la confianza en el cuerpo técnico y en la planificación del club se ha resentido.
La situación se agravó con recientes resultados negativos y malos planteamientos tácticos, que terminaron por socavar la moral del equipo.
En el plano local, Boca tampoco logra mantenerse competitivo en el torneo argentino. Solo ganó uno de sus últimos cuatro enfrentamientos directos contra River Plate, su eterno rival, lo que aumenta la presión sobre las autoridades y el cuerpo técnico para revertir la situación.
La falta de una identidad clara y de un plan estratégico sólido son aspectos que los hinchas y analistas señalan como principales problemas.
Por otra parte, las decisiones dentro del club no han sido las mejores. En medio de un entorno de incertidumbre, surgieron nombres como Gustavo Quinteros y Kily González como posibles sucesores de Mariano Herrón en el banquillo.
Sin embargo, hasta ahora, ninguna de esas alternativas ha sido confirmada oficialmente, y el tiempo apremia: en menos de un mes, Boca deberá afrontar el debut en el Mundial de Clubes, enfrentando al Benfica en Miami.
El impacto de estos resultados se refleja también en la hinchada. En la madrugada del martes, cuando el plantel regresó a la concentración, fue recibido con insultos y protestas, reflejando la disconformidad general.
La barra brava, por su parte, se mantuvo en silencio o con mensajes de apoyo tibio, en medio de una atmósfera tensa y de máxima vigilancia.
El contexto político y deportivo del club es complejo. Las declaraciones de Riquelme en la reciente conferencia del Conmebol en Asunción, donde pidió a los hinchas que no se dejen engañar, no hicieron más que aumentar el malestar.
El vicepresidente y presidente de Boca parece desconectado de la realidad del equipo, centrado en mantener la calma en medio de la tormenta.
Históricamente, Boca ha sido un club que supo afrontar crisis y levantar títulos en momentos difíciles. Sin embargo, en 2024, la situación es diferente, y tanto las decisiones internas como los resultados deportivos son foco de críticas. La gestión del fútbol, que en el pasado fue ejemplo en Argentina, ahora se encuentra en jaque. Los próximos días serán cruciales para definir si Boca logra revertir el mal presente o si la crisis se profundiza aún más, poniendo en vilo el futuro del club y la confianza de sus seguidores.