Un estudio revela que los radares de velocidad en Cataluña han reducido en un 31% los accidentes con heridos y en un 20% los accidentes graves o mortales desde su instalación, contribuyendo a mejorar la seguridad vial en la región.

En la región de Cataluña, la implementación de radares de velocidad fijos ha tenido un impacto positivo en la reducción de accidentes de tráfico, según un análisis elaborado por el Instituto Catalán de Evaluación de Políticas Públicas (Ivàlua).

Desde su instalación, que comenzó en 2002 y se ha prolongado hasta 2023, estos dispositivos han logrado disminuir en un 31% los accidentes en los que hubo personas heridas.

Además, en los casos más graves, relacionados con víctimas mortales o lesiones graves, la reducción ha sido del 20%. Este estudio, que abarca más de dos décadas de datos, indica que los radares han evitado más de 1.600 accidentes con lesionados, entre los cuales 372 fueron considerados de gravedad o mortales.

La efectividad de los radares no es lineal; de hecho, el informe señala que su impacto aumenta con el tiempo. A los 12 años de su puesta en marcha, pueden llegar a reducir hasta en un 50% la ocurrencia de accidentes en los tramos donde están instalados. Esto demuestra que, aunque los beneficios sean notables desde el principio, la prevención y la mayor conciencia vial se consolidan con el paso del tiempo.

Asimismo, el estudio descarta la existencia del llamado 'efecto canguro', es decir, que la colocación de radares provoque un aumento de accidentes en las cercanías de estos puntos de control.

La evidencia indica que esto no ocurre, ya que no se ha detectado un incremento en los siniestros en tramos cercanos, situados entre 500 y 2.000 metros de los dispositivos.

Por otro lado, resulta destacable que los radares son particularmente efectivos en situaciones donde el error humano es la causa predominante de accidentes.

Son más útiles en días laborables, en horas diurnas y en eventos que involucran vehículos ligeros o motocicletas. El análisis además identifica que los conductores varones, especialmente aquellos entre 25 y 44 años, se benefician más de estas medidas preventivas.

Es importante contextualizar estos datos en la historia de seguridad vial en Cataluña. Desde el año 2000, la región ha estado trabajando en campañas y medidas para reducir la mortalidad en las carreteras, que en ese período han registrado una media anual de aproximadamente 7.300 accidentes con lesionados, de los cuales unas 1.100 terminaban en casos graves o fatales. La introducción de los radares ha sido, en ese sentido, una de las políticas más efectivas para revertir esas tendencias.

A día de hoy, en 2024, se cuentan con unos 131 radares fijos señalizados en carreteras catalanas, estratégicamente ubicados en zonas con mayor riesgo de accidentes, buscando seguir reduciendo la siniestralidad y protegiendo la vida de los conductores y peatones en la región.

La política de control de velocidad y vigilancia continúa siendo un pilar clave para la reducción de víctimas en las vías públicas catalanas.