La Generalitat de Cataluña inicia el proceso para asumir la gestión de la línea R1 de Rodalies, buscando la exclusión de un tramo del Catálogo de la Red Ferroviaria de Interés General.
Recientemente, el gobierno catalán ha dado un paso significativo para tomar el control de la línea R1 de Rodalies, la primera línea ferroviaria cuya gestión se acordó traspasar durante las negociaciones por un traspaso integral de competencias en este sector.
Con el objetivo de avanzar en este proceso, se ha decidido solicitar al Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible que excluya del Catálogo de la Red Ferroviaria de Interés General el tramo que conecta Bifurcación Sagrera con Maçanet Massanes.
Este tramo es fundamental para el servicio de la línea R1, que, como se ha destacado, opera exclusivamente dentro del territorio catalán, con paradas en ciudades y pueblos de la región.
Según la normativa ferroviaria actual, el Gobierno considera que este tramo no debe ser calificado como de interés estatal. Según sus argumentos, se utiliza únicamente para prestar servicios ferroviarios que son competencia y titularidad de la Generalitat de Cataluña. Esto marca una diferencia clara con otros tramos que, aunque se crucen con líneas de Rodalies, permiten la interconexión con infraestructuras de mayor relevancia nacional.
En este caso, la bifurcación de Sagrera seguirá formando parte de la red ferroviaria de interés general, dado que su papel es crucial para la conexión con otras infraestructuras que son competentes al Estado.
Este avance no es casualidad, ya que refleja un histórico proceso de descentralización que ha sido parte del discurso político y social de Cataluña desde hace décadas.
Desde la restauración de la democracia y el establecimiento del Estatuto de Autonomía, se ha apuntado hacia una mayor autonomía en distintos ámbitos, incluyendo el transporte.
El traspaso de competencias en el ámbito ferroviario responde a una demanda acumulada de los ciudadanos catalanes, quienes a menudo han manifestado su descontento con la gestión estatal del servicio.
En los últimos años, la Generalitat ha emprendido diferentes iniciativas para mejorar la calidad del servicio de Rodalies, cuya frecuencia y eficiencia no siempre han estado a la altura de las expectativas.
Además, durante periodos de crisis, como los vividos en la pandemia de COVID-19, el transporte público ha sido vital para la movilidad de los ciudadanos.
Un hecho relevante es que la línea R1 es utilizada por miles de pasajeros a diario, y su gestión en manos de la Generalitat podría implicar una mejora en la atención, aumentando así la satisfacción de los usuarios.
Este cambio podría representar también una mayor inversión en infraestructura y modernización del servicio, ya que se espera que el gobierno autonómico aplique políticas adaptadas a las necesidades específicas de los catalanes.
A medida que se avanza en esta gestión, se espera que el Consejo de Ministros se pronuncie sobre el traspaso formal, un proceso que podría estar en marcha en los próximos meses.
La atención de todas las partes involucradas, así como la expectativa de los usuarios, está centrada en cómo se desarrollará este proceso y qué implicaciones tendrá en el futuro del transporte ferroviario en Cataluña.