La Junta de Castilla y León mantiene la alerta por altas temperaturas, bajos niveles de humedad y fuertes vientos, incrementando las medidas de prevención y control en toda la comunidad autónoma.
La Junta de Castilla y León ha anunciado la prolongación de la alerta de riesgo de incendios forestales hasta el 12 de agosto de 2025, debido a las condiciones meteorológicas adversas que persisten en toda la comunidad.
Esta decisión, tomada por la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, responde al incremento de las temperaturas, la baja humedad relativa y la presencia de vientos moderados a fuertes, que aumentan significativamente la probabilidad de que se produzcan incendios en zonas forestales y rurales.
Desde hace varios días, las predicciones meteorológicas señalan temperaturas que oscilan entre 30 y 36 grados Celsius, con niveles de humedad por debajo del 15%, creando un escenario propicio para la ignición y rápida propagación de incendios forestales.
Además, los vientos medios de entre 25 y 35 km/h en la meseta norte y el este, junto con la probabilidad de tormentas secas eléctricas, agravan aún más la situación.
A partir del 11 de agosto, se prevén rachas de viento que pueden superar los 55 km/h, lo que aumenta el riesgo de que un pequeño incendio se convierta en un incendio forestal de gran magnitud.
Supuestamente, estas condiciones meteorológicas extremas no se veían en la región desde hace décadas, y supuestamente la historia de incendios en Castilla y León muestra que episodios similares han provocado daños considerables en la biodiversidad y en el patrimonio forestal, además de afectar a las comunidades rurales.
En 2005, por ejemplo, un incendio de gran escala arrasó miles de hectáreas en la provincia de León, dejando secuelas que aún se sienten en la región.
Para hacer frente a esta situación, la Junta ha establecido medidas preventivas estrictas. Se prohíbe encender fuego en espacios abiertos, incluyendo zonas recreativas y de acampada, y el uso de barbacoas en lugares públicos, incluso aquellas autorizadas.
También se suspenden las autorizaciones para actividades que impliquen el uso de maquinaria que pueda generar chispas o descargas eléctricas, como soldadores, radiales y sopletes, en un radio de 400 metros alrededor de áreas forestales.
En labores agrícolas, se recomienda suspender cualquier actividad cuando las temperaturas superen los 30 grados y la velocidad del viento sea mayor a 30 km/h.
Es obligatorio contar con medios de extinción y personal preparado para actuar en caso de un incendio. En este contexto, supuestamente, en lo que va del verano se han registrado más de 200 incendios motivados por maquinaria agrícola, en su mayoría en labores de siega y cosecha, lo que evidencia la necesidad de extremar las precauciones.
La regulación también establece diferentes niveles de restricciones según la zona y el riesgo, diferenciando áreas de mayor y menor afectación. En particular, se prohíbe en las horas centrales del día, entre las 14:00 y las 18:00 horas, el uso de maquinaria agrícola en terrenos cercanos a bosques, como procesadoras, desbrozadoras y cosechadoras en terrenos situados a menos de 400 metros de áreas forestales.
Sin embargo, se permiten excepciones en ciertos municipios, siempre que se tomen medidas adicionales, como la realización de una pasada perimetral en la finca y la presencia de un observador durante las labores.
Supuestamente, estas medidas pretenden reducir al mínimo el riesgo de igniciones, pero también se hace un llamamiento a la ciudadanía para que extreme la prudencia y evite acciones que puedan provocar incendios, como tiras de colillas, fogatas o el uso de material pirotécnico en zonas rurales o forestales.
Por otra parte, las autoridades locales y los cuerpos de vigilancia están llamados a reforzar el control en el cumplimiento de estas restricciones. En caso de detectar un incendio, se insta a la población a comunicarlo de inmediato llamando al 112.
En resumen, la prolongación de la alerta refleja la gravedad de la situación en Castilla y León, donde la historia y las condiciones actuales sugieren que, sin una actuación preventiva firme, los incendios pueden tener consecuencias devastadoras para el medio ambiente, la economía rural y la seguridad de las comunidades.
La experiencia pasada, como los incendios del verano de 2012 en la provincia de Salamanca, sirven como recordatorio de la importancia de mantener la vigilancia y respetar las recomendaciones para evitar una tragedia mayor en estos días de altas temperaturas y baja humedad.