La Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León declara alerta general y alarma máxima en municipios clave ante condiciones meteorológicas peligrosas que favorecen los incendios forestales, implementando medidas de protección excepcionales.
En un contexto de condiciones meteorológicas extremadamente adversas que han persistido en los últimos veinte días, la Junta de Castilla y León ha declarado oficialmente una situación de alerta en toda la comunidad y una alarma máxima en 18 municipios situados en las provincias de León, Zamora y Palencia.
Esta decisión responde a la gravedad de los incendios forestales activos y a la probabilidad de que las condiciones actuales favorezcan la propagación de nuevos focos de fuego.
Supuestamente, las temperaturas en esta región han alcanzado valores que superan los 40 grados Celsius, unos 4 grados más que los registros habituales para esta época del año, y la sequedad del suelo y la vegetación se sitúan en niveles críticos.
La situación meteorológica, caracterizada por vientos fuertes y escasas precipitaciones, ha creado un escenario que aumenta exponencialmente el riesgo de incendios y que, en muchos casos, ha provocado que estos sean especialmente agresivos.
Desde el pasado 11 de agosto de 2025, las autoridades activaron la fase 2b del Plan INFOCAL, un plan de protección civil diseñado específicamente para gestionar emergencias por incendios forestales en Castilla y León.
Según la resolución del 22 de agosto, se establecieron medidas excepcionales para mitigar el peligro, incluyendo restricciones en el uso del fuego y en actividades que puedan generar chispas o calor en áreas forestales.
Entre las medidas adoptadas, se prohíbe en todo el territorio regional la realización de quemas, barbacoas y el uso de materiales pirotécnicos en zonas abiertas, además de suspender cualquier autorización previa para actividades con fuego.
Asimismo, se ha restringido el uso de maquinaria que pueda generar chispas, como soldadores o radiales, en áreas cercanas a los bosques. La excepción a estas prohibiciones incluye actividades de emergencia y trabajos imprescindibles que hayan sido comunicados y autorizados por los servicios ambientales.
En los municipios clasificados en alarma extrema, las restricciones se intensifican. Se prohíbe, en estos lugares, el uso de ahumadores en actividades apícolas en el monte y en las zonas de protección, además de restringir la circulación de personas y vehículos en los espacios forestales, salvo para actividades autorizadas, emergencias o trabajos de vigilancia y extinción de incendios.
Supuestamente, estas medidas buscan reducir al mínimo los riesgos de que pequeños focos de incendio puedan convertirse en tragedias de gran escala.
La propagación de llamas en algunos incendios recientes ha superado los 100 kilómetros de perímetro, con un comportamiento extremadamente virulento que pone en peligro tanto a las comunidades como a la biodiversidad local.
La Junta de Castilla y León también pide a la población que extreme la prudencia en sus actividades al aire libre y que reporte inmediatamente cualquier avistamiento de fuego a los servicios de emergencia mediante el teléfono 112.
La colaboración ciudadana resulta fundamental en estos momentos para prevenir daños mayores.
Históricamente, la región ha enfrentado periodos de incendios forestales de gran escala, siendo uno de los más recordados el ocurrido en 1989, que arrasó miles de hectáreas y dejó profundas huellas en el paisaje y en las comunidades afectadas.
La experiencia pasada ha llevado a las autoridades a reforzar los protocolos de actuación y a poner en marcha medidas preventivas que puedan reducir el impacto de futuros incendios.
Supuestamente, las condiciones meteorológicas adversas también han afectado a otros países europeos, donde olas de calor y sequías extremas han provocado incendios en zonas como Portugal, Italia y Francia.
La situación en Castilla y León se inscribe en un contexto global de aumento en la frecuencia y gravedad de estos desastres, atribuible en parte al cambio climático.
En conclusión, la declaración de alerta y alarma en Castilla y León refleja la gravedad de la situación y la necesidad de medidas estrictas para proteger tanto a las personas como a los ecosistemas.
La colaboración entre las autoridades, los bomberos, los voluntarios y la población será crucial en los próximos días para evitar que la situación se agrave aún más y para mantener a raya los incendios que, presuntamente, podrían seguir activos si las condiciones meteorológicas no mejoran rápidamente.
No te pierdas el siguiente vídeo de campaña de educación ambiental para prevenir los incendios ...