Decisión de Canadá sobre el anguila americana genera dudas en comunidades indígenas y ambientalistas
Tras no incluir al anguila americana en la lista de especies en peligro, comunidades indígenas y expertos cuestionan esta decisión, que podría afectar la supervivencia y la cultura relacionada con esta especie. La reciente resolución de Canadá de no incorporar al anguila americana en la Lista de Especies en Riesgo ha suscitado inquietudes en varias comunidades indígenas, especialmente en las First Nations, que mantienen vínculos culturales y espirituales profundos con esta especie. La decisión fue anunciada el martes por las autoridades federales, quienes afirmaron que el manejo de la especie continuará bajo la Ley de Pesca en lugar de la Ley de Especies en Riesgo. El anguila americana, conocida por su resistencia y su papel fundamental en los ecosistemas acuáticos del este de Canadá, lleva años enfrentando graves amenazas. Desde su evaluación como especie “amenazada” en 2012 por el Comité sobre la Situación de la Fauna Salvaje en Canadá, su población ha disminuido drásticamente, llegando a niveles críticos en varias regiones. En algunos lugares, las comunidades indígenas y residentes locales señalan que la presencia de anguilas ha disminuido en más del 90%, poniendo en riesgo tradiciones culturales y la subsistencia. Para muchas comunidades, el anguila no es solo un recurso alimenticio, sino un símbolo cultural que forma parte de su identidad. En las comunidades de la costa este, como en Cape Breton y Nova Scotia, las personas recuerdan cómo en el pasado era común pescar y consumir anguilas durante el invierno, y cómo estas actividades estaban estrechamente vinculadas a ceremonias y prácticas medicinales tradicionales. La pérdida de estas poblaciones ha significado un vacío cultural que ahora muchos sienten que el gobierno no está protegiendo adecuadamente. La decisión de no incluir al anguila en la lista de especies en riesgo también ha perjudicado las opciones de protección legal, ya que una clasificación bajo la Ley de Especies en Riesgo habría imposibilitado su captura y muerte accidental, fortaleciendo las medidas de conservación. En cambio, al seguir gestionando la especie solo mediante la Ley de Pesca, las comunidades temen que las prácticas extractivas, como la pesca comercial de angulas juveniles (“elvers”), continúen agravando su declive. Organizaciones ambientalistas y científicos advierten que esta decisión podría ser un error grave. La protección a nivel internacional, como la inclusión en el Apéndice II de CITES, habría reforzado las medidas contra la explotación ilegal y facilitado la coordinación transfronteriza necesaria para salvaguardar la especie. Sin embargo, Canadá votó en contra de esta incorporación en la conferencia mundial de CITES celebrada el mes pasado. Asimismo, las comunidades indígenas, como en Kitigan Zibi, han reportado una drástica reducción de anguilas en sus ríos tradicionales, siendo testigos de una disminución casi total en las últimas décadas debido a la destrucción de hábitats, la construcción de represas y las alteraciones en los ecosistemas acuáticos. Para ellas, el anguila es un indicativo de la salud del planeta y un elemento fundamental en su cosmovisión. Expertos como Shelley Denny, bióloga marina de la Unama’ki Institute of Natural Resources, señalan que la protección efectiva requiere una mirada integral, que incluya medidas internacionales y un control más estricto de prácticas dañinas como las turbinas hidroeléctricas en Ontario y Quebec, las cuales asesinan enormes cantidades de anguilas en su camino hacia el mar de Sargasso, donde desovan. Mientras tanto, las comunidades continúan defendiendo su derecho a mantener sus prácticas tradicionales y a gestionar localmente sus recursos naturales, en línea con sus derechos consuetudinarios reconocidos por tratados históricos. La incertidumbre sobre el futuro de la anguila americana refleja una problemática más amplia que involucra la conservación de especies, el respeto a los derechos indígenas y la sostenibilidad de los ecosistemas. En conclusión, la decisión del gobierno canadiense de no clasificar al anguila americana como especie en peligro genera preguntas sobre el equilibrio entre desarrollo económico y la protección del medio ambiente, así como la importancia de escuchar las voces de quienes han convivido con estas especies durante siglos. La esperanza de muchas comunidades es que esta resolución sirva como un llamado a una gestión más inclusiva y consciente, que garantice tanto el respeto cultural como la supervivencia de la especie en el futuro cercano.
La reciente decisión del gobierno canadiense de no incluir al #anguila americana en la Lista de Especies en Riesgo ha provocado una profunda reflexión en comunidades #indígenas y expertos en conservación.
Desde hace décadas, la población de esta especie ha ido en declive debido a múltiples factores, entre ellos la destrucción de hábitats, la sobrepesca y las alteraciones en los ecosistemas acuáticos.
El anguila americana, una especie que nada miles de kilómetros desde las costas de Estados Unidos hasta las regiones del Atlántico canadiense y el mar de Sargasso, cumple funciones ecológicas y culturales cruciales.
Para las comunidades indígenas de la región, como las First Nations, esta especie simboliza más que un recurso alimenticio; es un elemento integral en su identidad, sus ceremonias y su medicina tradicional.
Desde los años 80, las poblaciones de anguila han sido monitoreadas por científicos, quienes advierten que las cifras bajan peligrosamente. En 2012, fue evaluada como “amenazada” por el Comité sobre la Situación de la Fauna Salvaje en Canadá, pero durante más de una década, las autoridades federales optaron por no classificarla formalmente como en peligro de extinción.
La reciente resolución de no protegerla bajo la Ley de Especies en Riesgo ha sido vista por muchas comunidades como un paso en falso.
Una de las principales preocupaciones radica en que, sin una protección legal sólida, las actividades de pesca comercial, especialmente la captura de angulas jóvenes —conocidas como “elvers”—, continúan poniendo en grave riesgo a la especie.
La pesca industrial, que puede generar ingresos significativos, ha sido criticada por científicos y ambientalistas por su impacto negativo en las poblaciones existentes.
La protección internacional mediante la inclusión en el Apéndice II de CITES habría permitido un control más estricto del comercio ilegal y la trazabilidad de las anguilas, reduciendo prácticas depredadoras en el mercado global.
Sin embargo, #Canadá votó negativamente en la reciente conferencia mundial de CITES, lo que limita las acciones a nivel internacional.
Las comunidades de la región también enfrentan la realidad de que sus recursos tradicionales se están agotando. En lugares como Cape Breton y Nova Scotia, muchas familias reportan que ya no encuentran anguilas en sus ríos, lo que representa no solo una pérdida económica, sino también una pérdida cultural.
Para ellos, la anguila forma parte de rituales ancestrales y simboliza la conexión con la tierra y el agua.
Expertos como Shelley Denny, especialista en biología marina y miembro de la Unama’ki Institute of Natural Resources, advierten que proteger la especie requiere un enfoque integral que incluya esfuerzos internacionales y una regulación más estricta sobre prácticas destructivas, como las represas hidroeléctricas en Ontario y Quebec, donde muchas anguilas mueren atrapadas en las turbinas.
Las comunidades indígenas continúan defendiendo su derecho a gestionar sus recursos según sus tradiciones y conocimientos ancestrales
Por otra parte, las comunidades indígenas continúan defendiendo su derecho a gestionar sus recursos según sus tradiciones y conocimientos ancestrales.
La autoridad y la autodeterminación en la gestión de recursos naturales son principios reconocidos por tratados históricos y leyes indígenas.
En el contexto global, la supervivencia del anguila americana refleja la necesidad de un esfuerzo coordinado, que incluya la protección de hábitats, la regulación del comercio y la consideración de los conocimientos tradicionales.
La pérdida de esta especie no solo alteraría los ecosistemas, sino también las culturas que dependen de ella.
En definitiva, la decisión canadiense genera un debate necesario sobre cómo equilibrar la economía, el respeto por las comunidades indígenas y la #conservación del medio ambiente.
La esperanza de muchas comunidades es que, ante los desafíos, se adopten políticas que vayan más allá de intereses coyunturales y que pongan en primer plano la protección de una especie que ha sido parte de su historia y cosmovisión durante siglos.