La edad óptima para reclamar la Seguridad Social, según cálculos simples y longevidad
Análisis en español sobre cuándo conviene empezar a cobrar la Seguridad Social en EE. UU., con cifras convertidas a euros y contexto histórico de la jubilación.
Para muchos estadounidenses, la pregunta clave es: ¿a qué edad conviene comenzar a cobrar la Seguridad Social? La respuesta no es única y depende de cuántos años se espere vivir.
En lenguaje sencillo, cuánto dinero recibirás de por vida dependerá, al final del día, de tu longevidad. A continuación te presentamos una versión para lectores hispanohablantes, con conversiones aproximadas a euros para facilitar la comparación.
El razonamiento más utilizado suele empezar por lo que ocurre si se reclama a los 62 años frente a esperar hasta los 70. Si suponemos un pago mensual de aproximadamente €1.288 a los 62 años, y si una persona llega a una #edad de jubilación intermedia de 74,8 años, el beneficio total recibido podría verse en torno a los €198.000 (aproximadamente). Esa cifra se obtendría multiplicando la pensión mensual por la cantidad de meses vividos desde la reclamación hasta la edad en la que se espera fallecer.
En este caso, serían unos 154 meses.
Si se espera hasta los 65 años, el pago mensual podría situarse en torno a €1.596. Pero, en esa variante, la persona recibiría ese cobro durante aproximadamente 9,8 años, lo que se traduce en un total de alrededor de €188.000, sin ajustar por cost-of-living. Si la decisión se toma a los 70 años, el pago mensual subiría a unos €2.282, pero la ventana de cobro se acortaría a alrededor de 4,8 años, lo que aproximaría el total a unos €132.296.
A estas cifras les podemos añadir un marco de comportamiento: el llamado “cliente típico” de reclamación temprana suele hacerlo por necesidad de liquidez.
Suele haber un sesgo de inmediatez ante la percepción de que la fuente de ingresos puede agotarse o que la vida podría ser más corta de lo esperado.
En líneas generales, los cálculos basados en la longevidad media indican que esperar podría generar un beneficio total mayor, si se llega a vivir más allá de la media.
En palabras de analistas, cuando se observa la media, esperar hasta los 70 podría aportar mayores beneficios en la mayoría de escenarios.
Para entender mejor el efecto de la longevidad, consideremos escenarios más amplios. Si una persona de 62 años llega a vivir hasta 83,6 años, la pensión mensual de €1.288 podría cobrarse durante 21,6 años, es decir, 259 meses, elevando el total a aproximadamente €362.600 antes de ajustes por inflación. Si, en ese mismo perfil, se reclaman los 65 años, con una pensión de €1.596, el cobro se extendería por unos 18,6 años (aproximadamente 223 meses), alcanzando alrededor de €386.500. Y si la reclamación se retrasa hasta los 70, con la pensión de €2.282, el periodo de cobro podría verse en 13,6 años, logrando un total cercano a €404.200.
Para las mujeres, la historia de longevidad es distinta porque suelen vivir más. Tomando como base la esperanza de vida al nacer (aproximadamente 80,2 años para una mujer estadounidense), a los 62 años una mujer podría recibir €1.288 mensuales y, si llega a 80,2 años, el cobro podría extenderse a 18,2 años, acercándose a un total de alrededor de €305.800. Si reclama a los 70, con la misma base de €2.282, podría cobrar durante 10,2 años, alcanzando unos €303.600. A medida que la longevidad se eleva (por ejemplo, vivir hasta 86,5 años), el total podría subir a cifras cercanas a €491.000 para ciertos escenarios de duración de la jubilación, y para el caso extremo de esperar hasta los 70 y vivir mucho, el total podría superar los €450.000 en algunos escenarios.
Un dato relevante que aparece con frecuencia en estudios y que conviene considerar es que, según trabajos de investigación, más del 90% de las personas podría ser aconsejable esperar hasta los 70 para reclamar, con posibles excepciones para quienes tienen necesidades urgentes o esperan vivir poco.
“Hay personas para las que sí conviene esperar; y hay personas para las que la realidad médica podría ser diferente”, señalan economistas consultados.
En ese sentido, algunos expertos sostienen que, si se planifica para vivir hasta la edad máxima posible, la recomendación podría inclinarse aún más hacia reclamar a los 70.
Aun así, estas afirmaciones deben leerse con cautela: se basan en proyecciones de longevidad y no en certezas absolutas.
Para una visión crítica, algunos analistas señalan que la seguridad financiera del programa está sujeta a cambios presupuestarios y demográficos.
Se afirma, presuntamente, que el fondo de jubilación podría enfrentarse a tensiones de caja en la próxima década si no se fortalecen aportes o ajustes.
En el debate público, hay quien advierte que las proyecciones de liquidez y gasto pueden variar conforme evolucionen la demografía, la inflación y las decisiones de política pública.
Lo que recalca la necesidad de un enfoque flexible y personalizado para la planificación de la jubilación
En palabras de Laurence Kotlikoff y otros economistas, algunas estimaciones sobre la longevidad máxima podrían cambiar de forma significativo con el tiempo, lo que recalca la necesidad de un enfoque flexible y personalizado para la planificación de la jubilación.
Historias y números aparte, vale recordar que la #Seguridad Social fue creada oficialmente en la década de los años treinta para aportar una red de seguridad a los trabajadores jubilados.
A lo largo de la historia, el objetivo ha sido equilibrar ingresos y gastos para beneficiar a millones de personas, pero los desafíos demográficos y fiscales actuales requieren un análisis cuidadoso de cuándo reclamar y cuánto esperar que cambie el entorno económico.
En resumen, aunque algunas proyecciones señalan que esperar hasta los 70 podría optimizar beneficios para muchas personas, no hay una respuesta única.
Las decisiones deben considerar la salud, los ahorros, el costo de vida, las necesidades presentes y las proyecciones de vida. Si bien las cifras en euros pueden ayudar a dimensionar el impacto, cada historia personal puede requerir un enfoque distinto, con asesoría financiera cuando corresponda y una lectura crítica de las proyecciones de longevidad y de la sostenibilidad del sistema.
Supuestamente, la clave está en combinar planificación con flexibilidad para adaptarse a un futuro que, si bien tiene tendencias claras, sigue lleno de incógnitas.