Expertos analizan las repercusiones de la dana en la salud mental y la economía de los damnificados, destacando la necesidad de políticas efectivas y prevención.
En la reciente tercera sesión de la Comisión no Permanente sobre la dana, se abordaron las consecuencias de la catástrofe del 29 de octubre en la salud mental y la economía de la población afectada.
Expertos de diversas disciplinas, incluidos psiquiatras y economistas, compartieron sus conocimientos y experiencias sobre este devastador fenómeno.
El psiquiatra Rafael Tabares, catedrático de la Universitat de València, subrayó que los efectos del cambio climático se reflejan no solo en la salud física, sino también en la salud mental de la población.
Tabares advirtió que las secuelas de la dana podrían extenderse durante un periodo de 3 a 4 años, afectando tanto a trastornos mentales como a las expectativas de vida de los afectados.
En su intervención, destacó que el calentamiento global ha provocado un aumento significativo en la frecuencia de fenómenos climáticos extremos, multiplicándose por cinco en los últimos 50 años.
Un informe de The Lancet Countdown in Europe señala que el 61% de la superficie terrestre ha visto un incremento en las precipitaciones extremas. Esta situación tiene repercusiones variadas para la salud pública, desde problemas alimentarios hasta un aumento en accidentes y daños en infraestructuras.
Tabares también mencionó que solo el 65% de los países cuenta con sistemas de alerta temprana adecuados, mientras que únicamente el 10% tiene protocolos específicos para abordar problemas de salud mental derivados de desastres naturales.
La acumulación de traumas en la población, como la crisis económica, la pandemia y la reciente dana, ha llevado a una hipersensibilización social.
Tabares destacó la importancia de políticas gubernamentales efectivas, ya que una gestión inadecuada puede intensificar el impacto traumático de tales desastres.
Además, la sobreinformación, a través de medios de comunicación y redes sociales, ha contribuido a un aumento de síntomas ansiosos y depresivos a largo plazo.
Por su parte, el profesor Félix Francés de la Universitat Politècnica de València explicó que la inundación en las áreas afectadas se debió a una 'crecida relámpago' y subrayó la necesidad de implementar soluciones basadas en la naturaleza para prevenir futuras tragedias.
El catedrático José Manuel Pastor Monsalvez, del departamento de Análisis Económico de la Universitat de València, proporcionó un análisis de las consecuencias económicas de la dana.
Estimaciones indican que la catástrofe ha impactado severamente en la actividad económica, con una caída en las ventas y un aumento en el desempleo, afectando a alrededor de 31.000 trabajadores en ERTE y 2.832 empresas. El PIB regional se ha visto comprometido, con una estimación de pérdida de hasta 1.000 millones de euros.
Pastor resaltó que el capital productivo privado y público ha sufrido una merma del 20%, lo que afectará la capacidad de crecimiento económico en el futuro.
Propuso que la recuperación dependerá de la rapidez en la gestión de las ayudas y de la inversión en seguridad económica y prevención.
Finalmente, el científico Antonio Turiel del CSIC advirtió sobre el acelerado impacto del cambio climático en los océanos, lo que agrava la situación.
Turiel enfatizó la importancia de invertir en personal y sistemas de alerta para mejorar la capacidad de respuesta ante futuros desastres.
La combinación de estos factores subraya la urgencia de desarrollar políticas públicas que fomenten la resiliencia y la recuperación de los ciudadanos afectados por la dana.