Un proyecto piloto en el lago Killarney de Manitoba implementa tecnología de nanoburbujas para reducir la proliferación de algas nocivas, con una inversión aproximada de 9.400 euros, como parte de esfuerzos ecológicos y sustentables para recuperar el ecosistema acuático.

Este esfuerzo, que ha generado gran interés en la comunidad local, se enmarca dentro de una serie de iniciativas sostenibles destinadas a preservar los ecosistemas acuáticos de la región.
Durante años, el lago Killarney ha enfrentado el problema de proliferaciones de cianobacterias, también conocidas como algas azul-verdes, que tiñen las aguas de un color turquesa y representan un riesgo para la salud y el ecosistema.
La presencia de estos organismos, además de afectar la belleza natural del lugar, ha causado cierre de playas y muerte de peces, afectando la economía local y el turismo, actividad que históricamente ha sido un pilar en la zona.
Para abordar este desafío, en 2017 se implementó un sistema de aeración tradicional, que ayudó a reducir las muertes de fauna acuática, pero no logró eliminar por completo las algas nocivas.
Por ello, en 2022, un comité local inició una investigación para adoptar una solución más efectiva y respetuosa con el medio ambiente.
Tras tres años de estudios y pruebas, el proyecto piloto en el lago Killarney ha empezado a utilizar nanoburbujas, una #tecnología que infunde el agua con burbujas de oxígeno de tamaño ultrafino.
Estas burbujas, que no se pueden ver a simple vista, permanecen suspendidas en el agua por más tiempo que las burbujas tradicionales, permitiendo una mejor oxigenación y disolución de nutrientes en las distintas capas del lago.
El sistema, equivalente en tamaño a un deshumidificador y equipado con dos mangueras, funciona en un área pequeña del lago conocida como la Bahía.
Una manguera introduce agua en la unidad, saturándola con oxígeno en forma de nanoburbujas, mientras que la otra devuelve el agua tratada, enriquecida con estos pequeños fragmentos de oxígeno, de regreso al cuerpo de agua.
Según Betty Sawatzky, presidenta del Comité de Acción del Lago Killarney, las nanoburbujas ayudan a reducir el fósforo y otros nutrientes que alimentan las algas, rompiendo así el ciclo de crecimiento de las proliferaciones.
La tecnología se basa en conceptos similares a los sistemas de aeración convencionales
La tecnología se basa en conceptos similares a los sistemas de aeración convencionales, pero su escala y eficiencia son mucho mayores, permitiendo una distribución más uniforme en todo el lago.
El costo del proyecto piloto fue de aproximadamente 10.000 dólares canadienses (unos 8.500 euros), con la donación del equipo por parte de la compañía calgaryense SWAT Water Technology. Los gastos principales corresponden a los análisis del agua y a la electricidad, que en total suman alrededor de 2.300 euros, coste asumido por la comunidad local.
Desde el inicio del piloto, se están realizando mediciones periódicas de los niveles de fósforo y oxígeno disuelto en el agua para evaluar la efectividad del método.
La comunidad y ecologistas mantienen una actitud de esperanza y vigilancia, con la expectativa de que si los resultados son positivos, se podrá extender la implementación a todo el lago.
Cheryl Burke, encargada de la gestión del Camping Kerry Park cercano, comentó que la recuperación del lago sería beneficiosa no solo desde el punto de vista ecológico, sino también para la economía local, ya que la presencia de algas y agua turbia desalienta el turismo y afecta las actividades recreativas.
Ella rememoró los años 90, cuando la claridad del agua atraía a turistas y residentes por igual.
De lograrse mejoras visibles en la calidad del agua, se prevé que las autoridades consideren la instalación de más unidades en diferentes puntos del lago, lo que representaría un avance significativo en la gestión ecológica de cuerpos de agua contaminados en Manitoba y en otras regiones con problemas similares en Canadá.
Este proyecto refleja una tendencia global hacia soluciones innovadoras y sustentables para proteger los recursos hídricos. La tecnología de nanoburbujas, que todavía está en fase experimental en muchas partes del mundo, podría convertirse en una herramienta clave para mantener cuerpos de agua libres de algas nocivas, minimizando el uso de productos químicos y reduciendo el impacto ecológico.