Los eclipses ofrecen una oportunidad única para que los científicos estudien cómo la luz solar afecta la ionosfera

Los eclipses solares ofrecen una oportunidad única para que los científicos estudien cómo la luz solar afecta la ionosfera de la Tierra.

Durante los próximos eclipses que ocultarán temporalmente el sol, se llevarán a cabo investigaciones científicas para comprender mejor este fenómeno.

A diferencia de los espectadores que disfrutarán del espectáculo de los eclipses solares en América del Norte, los científicos centrarán su atención en la Tierra.

Nuestro planeta cuenta con la suerte de tener una luna del tamaño y la distancia adecuados para que aparezca exactamente del mismo tamaño que el sol cuando se interpone entre este y la Tierra, creando el espectáculo espectacular de un eclipse solar.

Sin embargo, debido a que la luna orbita la Tierra en una trayectoria ligeramente ovalada, a veces se encuentra más lejos y parece más pequeña.

Esto da lugar a lo que se conoce como un eclipse anular.

El próximo eclipse anular se podrá observar parcialmente en el oeste de Canadá mientras cruza Estados Unidos.

Durante este eclipse, la luna no cubre por completo el sol, por lo que se forma un anillo luminoso en el cielo.

Aunque parte del sol siempre es visible durante un eclipse anular, no es seguro mirarlo directamente a simple vista.

Sin embargo, el 4 de abril se producirá un eclipse total que atravesará el sur de Ontario, partes de Quebec y New Brunswick.

Durante unos minutos, cuando la luna cubra por completo al sol, los observadores del cielo podrán ver la hermosa corona plateada, o atmósfera exterior, de nuestra estrella.

Mientras los aficionados al cielo observan, un grupo de científicos de la NASA utilizará cohetes de sondeo para estudiar los efectos de los eclipses desde una altitud elevada.

Estos cohetes llevarán instrumentos científicos a la ionosfera, la capa superior de la atmósfera de la Tierra, que se extiende de 90 a 500 kilómetros en el espacio.

Los científicos están interesados en conocer cómo un repentino descenso de la luz solar puede afectar a nuestra propia ionosfera.

Esta región, ocupada por muchos satélites, incluida la Estación Espacial Internacional, es donde se forman las auroras boreales y se pueden rebotar las señales de radio en todo el mundo.

Además, la ionosfera se utiliza en comunicaciones de emergencia cuando los sistemas electrónicos fallan.

Las perturbaciones solares pueden interrumpir incluso la comunicación con satélites en la ionosfera y, si esta capa se infla demasiado por la actividad solar, puede hacer que los satélites de órbita baja se desintegren antes de lo previsto.

La realización de eclipses que bloquean temporalmente o reducen la luz solar que llega a la Tierra brinda una oportunidad única para que los científicos investiguen esta región.

Durante el eclipse total de 2017, se detectaron ondas en la ionosfera que cruzaron el continente, al igual que las ondas que deja un barco al pasar por un lago.

Ahora, los científicos desean estudiar esas ondas con más detalle.

Para ello, se medirán campos eléctricos y magnéticos, temperatura y densidad en vuelos suborbitales.

Los primeros lanzamientos se realizarán desde el White Sands Missile Range en Nuevo México, y posteriormente se lanzarán los mismos instrumentos desde el Wallops Flight Facility en Virginia.

Paralelamente, se llevarán a cabo mediciones en la ionosfera y condiciones meteorológicas antes y después de un eclipse mediante instrumentos en tierra y globos.

Los eclipses, desde una perspectiva científica, son interesantes en todos los sentidos.

Además, son espectáculos gratuitos proporcionados por el sol y la luna.