Investigaciones recientes revelan que la luna tuvo erupciones volcánicas en su lado oscuro, similar a su cara visible. Este hallazgo se debe a muestras recuperadas por la misión Chang'e-6 de China.

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Un reciente estudio ha desvelado que la cara oculta de la luna, que siempre permanece alejada de la Tierra, albergó erupciones volcánicas en el pasado, revelando un panorama geológico más dinámico de lo que se había pensado.

Las muestras de rocas volcánicas recogidas por la sonda China Chang'e-6, que aterrizó en el cráter del Polo Sur-Aitken, sugieren una historia de actividad volcánica que data de hace aproximadamente 4.2 y 2.8 mil millones de años.

Esto implica que la cara oculta de la luna experimentó un periodo de actividad eruptiva que podría haberse extendido por al menos 1.4 mil millones de años.

Los investigadores, al estudiar estas muestras, encontraron fragmentos de basalto, un tipo de roca volcánica que ofrece pistas sobre el pasado del satélite natural.

Este basalto se considera evidencia del vulcanismo lunar más antiguo conocido, similar al registrado en la cara visible de la luna.

En total, la sonda obtuvo alrededor de 1.935 gramos de material lunar, de los cuales más de 100 fragmentos de basalto han sido objetos de análisis meticulosos.

La investigación encabezada por la Academia China de Ciencias subraya que estas muestras ofrecen una oportunidad única para estudiar el vulcanismo del lado oculto de la luna.

Previamente, las misiones Apolo de Estados Unidos, la Luna soviética y la Chang'e-5 china habían corroborado la presencia de volcanismo en la cara visible de nuestro satélite.

Sin embargo, los nuevos datos obtenidos permiten afirmar con certeza que el vulcanismo también estuvo presente en la parte menos explorada, la cara oculta.


Históricamente, la luna ha estado envuelta en misterio debido a su limitada accesibilidad; sin embargo, la misión Chang'e-6, que se llevó a cabo en junio de 2024, marcó un hito al traer de vuelta a la Tierra las primeras muestras del hemisferio sur lunar.

Las investigaciones han indicado que hace millones de años, el entorno lunar debía ser más explosivo y dinámico, a medida que el magma ascendía desde el manto hacia la superficie.

La composición de los basalts recuperados en estas recientes exploraciones sugiere que provinieron de diferentes fuentes en el manto lunar.

Aunque la actividad volcánica en la luna ha cesado, se cree que fue impulsada por el calor interno originado por la descomposición de elementos radiactivos y el calor residual de su formación.

Este proceso ha hecho que el material del manto lunar se enfriara, limitando la posibilidad de nuevas erupciones volcánicas.

En comparación, otros cuerpos celestes como Venus y la Tierra aún cuentan con actividad volcánica en la actualidad.

Con un diámetro de aproximadamente 3.475 kilómetros, la luna es un tercio más pequeña que la Tierra, lo que ha influido en la disminución de su actividad geológica a lo largo de los eones.

Los científicos continúan investigando estas muestras con la esperanza de revelar más sobre la historia y evolución no solo de la luna, sino también de otros cuerpos celestes en nuestro sistema solar.