A medida que la enfermedad de desgaste crónico se propaga entre los ciervos de Alberta, los científicos buscan formas de mitigar su avance y proteger a otras especies, incluidos los humanos.
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La enfermedad de desgaste crónico (EDC) ha proliferado de forma alarmante en la población de ciervos de la provincia de Alberta, Canadá. Esta enfermedad neurodegenerativa, que ataca el cerebro de los ciervos y tiene una tasa de fatalidad del 100%, ha hecho que investigadores y especialistas se apresuren a desarrollar estrategias que puedan, al menos, desacelerar su propagación.
Si bien la erradicación total parece poco probable, el objetivo ahora es frenar su avance y proteger así a otras especies vulnerables, como los caribúes, e incluso a los seres humanos.
Históricamente, hace unos quince años, la EDC era una enfermedad rara en Alberta, con presencia solo en un pequeño porcentaje de ciervos en ciertas áreas, predominantemente cerca de la frontera con Saskatchewan.
Sin embargo, las recientes encuestas revelan cifras alarmantes, mostrando que entre el 50% y el 85% de los ciervos mula están infectados en algunas regiones.
La EDC se ha propagado también hacia el oeste y el norte de la provincia, e incluso se han registrado casos en las Montañas Rocosas de EE. UU. y, por primera vez, en Columbia Británica el año pasado.
Esta enfermedad no es causada por un virus o una bacteria, sino por priones, un tipo de proteína que, cuando se pliega de manera anormal, provoca daños cerebrales.
Según Sabine Gilch, profesora de medicina veterinaria en la Universidad de Calgary, estos priones no pueden ser degradados por las células cerebrales, lo que lleva a una acumulación que destruye el cerebro.
La transmisión de la EDC se produce a través de saliva, orina, heces, o incluso de cadáveres de animales, lo que favorece la propagación entre ciervos.
Hasta el momento, la enfermedad se ha detectado únicamente en cérvidos, como ciervos y alces, pero la comunidad científica mantiene un ojo alerta a la posible transmisión a humanos, un fenómeno considerado poco probable, pero no imposible.
Los recuerdos de la enfermedad de las vacas locas, o encefalopatía espongiforme bovina (BSE), aún afectan la percepción pública. En las décadas pasadas, se creía que el BSE no podría transmitirse a humanos, pero con el tiempo surgieron casos de la enfermedad conocida como variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob en el Reino Unido, lo que ocasionó más de 200 muertes a nivel mundial desde 1996.
Aunque la EDC no se ha confirmado como transmisible a humanos, el gobierno de Alberta aconseja no consumir carnes de ciervos infectados.
Los cazadores en Alberta tienen la opción de enviar cabezas de ciervos a diferentes puntos de recolección para análisis de EDC. La recolección es obligatoria en ciertos casos y voluntaria en otros, dependiendo de la especie y el lugar donde se cace.
La situación ha llevado a los investigadores a concentrarse en la mitigación de la enfermedad en lugar de su eliminación. Algunas jurisdicciones han optado por métodos como la caza masiva de ciervos afectivos, particularmente los machos, considerados los más susceptibles a la infección.
Sin embargo, estas medidas son a menudo impopulares entre el público, que ve con recelo la disminución de las poblaciones de ciervos en áreas locales.
Los científicos de todo Canadá occidental, incluida la Universidad de Calgary, también están investigando posibles vacunas que podrían ayudar a contener la EDC.
Sin embargo, la distribución de estas vacunas sigue siendo un desafío considerable. A pesar de los esfuerzos en la investigación, muchos expertos creen que la EDC seguirá avanzando en la provincia en los próximos años, aumentando las preocupaciones sobre el impacto en la fauna local y, potencialmente, en la salud pública.