El creciente uso de escáneres de huellas dactilares en el lugar de trabajo ha suscitado preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de los datos personales entre los empleados y expertos.

Cuando Ellie Thomson llega a su trabajo en charbar, un restaurante de Calgary, no utiliza un reloj físico ni una aplicación para registrar su entrada.

En lugar de ello, escanea su huella dactilar.

Este método, que se ha vuelto cada vez más común en diversas empresas, ha generado tanto aceptación como críticas en el ámbito laboral.

Thomson, quien tiene 21 años, se siente cómoda con esta tecnología.

"Ver a los demás hacerlo me parecía lo correcto y no había ningún problema con ello", declaró en una entrevista.

Su caso no es aislado; la industria biométrica está experimentando un crecimiento explosivo, alcanzando ya un valor aproximado de 36,6 mil millones de euros en 2023, según un informe de IMARC Group.

El aumento del uso de tecnologías biométricas se puede atribuir a varios factores.

Hannah Johnston, experta en digitalización del trabajo y docente en la Universidad de York, explica que los empleadores las ven como una solución más conveniente y precisa.

"Es menos probable que un empleado olvide su huella dactilar en casa comparado con una tarjeta de acceso", asegura.

Además, las empresas buscan asegurarse de que su personal está presente, sin que nadie pueda registrar su hora de entrada o salida en su nombre.

Sin embargo, este creciente uso de sistemas biométricos no está exento de controversias.

Jeff Bromley, líder del Consejo de Trabajo de los Acero, relata una revuelta en una planta de Canfor en Canadá en 2022 cuando se introdujeron relojes biométricos; cerca de 100 empleados firmaron una petición contraria a esta medida, exigiendo que se respetara su privacidad.

Este conflicto culminó en una queja ante un árbitro, que falló a favor de la empresa.

Los expertos advierten sobre los riesgos asociados con la recolección de datos biométricos.

Urs Hengartner, profesor de informática en la Universidad de Waterloo, destaca que aunque las huellas dactilares son convertidas en plantillas digitales, existe la posibilidad de que estas sean utilizadas de manera indebida si la información cae en manos equivocadas.

"En caso de un robo de datos, los biométricos no pueden ser cambiados como una contraseña", advierte.

Esta falta de recursos para el usuario es una de las razones por las que muchos expertos solicitan regulaciones más estrictas.

Diane McLeod, Comisionada de Información y Privacidad de Alberta, señala que hay que evaluar los riesgos potenciales antes de permitir la recolección de datos biométricos.

"El uso indebido de la información recogida puede dejar a los individuos sin opciones de protección", comenta.

A pesar de la creciente inquietud, actualmente no hay leyes que regulen el uso de biométricos en el trabajo en Canadá.

Mientras tanto, la experiencia de Thomson con estas tecnologías es positiva.

Ella argumenta que ya utiliza sus huellas dactilares en su teléfono y otros dispositivos, por lo que no le preocupa que su empleador tenga acceso a esta información.

"Hasta que no pidan muestras de sangre, creo que estará bien", concluye.

A pesar de las preocupaciones sobre la privacidad y seguridad, los empleados como Thomson parecen encontrarse entre la aceptación de la tecnología biométrica y la búsqueda de un trabajo que respete sus derechos.

La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar en nombre de la conveniencia y la seguridad?