Los parques urbanos, como el Parque Mont Royal en Montreal, atraen a millones de visitantes, lo que plantea un desafío para la conservación de especies de plantas vulnerables.

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Los espacios verdes urbanos están experimentando un aumento notable en su popularidad, y el Parque Mont Royal en Montreal es un ejemplo claro de esta tendencia.

Cada año, más de cinco millones de personas visitan este emblemático parque, buscando un respiro natural en medio de la vida citadina.

Sin embargo, este aumento de visitantes conlleva un importante desafío: la preservación de la biodiversidad y en particular, la protección de diversas especies de plantas en peligro de extinción.

El Parque Mont Royal alberga una asombrosa variedad de flora, incluyendo más de 700 especies de plantas, 90 tipos de árboles y 180 especies de aves.

Entre estas, se encuentran diez especies de plantas catalogadas como en riesgo en Quebec, entre las que destaca el trillium blanco, una planta que tarda hasta diez años en florecer por primera vez.

Para proteger estas delicadas especies, algunas áreas del parque han sido cercadas y ciertas rutas han sido limitadas para reducir el tráfico humano y facilitar la recuperación de la flora vulnerable.

Antonin St-Jean, responsable de conservación en Les Amis de la Montagne, una organización dedicada a la tutela del parque, ha señalado que la creciente popularidad del Mont Royal, acentuada por la pandemia de COVID-19, ha intensificado la presión sobre su delicado ecosistema.

"La situación está evolucionando constantemente.

Hace unas dos décadas, la cantidad de visitantes era mucho menor.

Con el crecimiento actual, se vuelve esencial implementar medidas que aseguren la preservación de la biodiversidad", afirmaba St-Jean.

En respuesta a esta creciente preocupación, diversas iniciativas de conservación se están poniendo en marcha en parques urbanos de todo el país.

Por ejemplo, en el Parque High de Toronto, un grupo de conservacionistas se ha encargado de cultivar especies nativas y eliminar aquellas que resultan invasivas.


En Stanley Park, en Vancouver, los voluntarios monitorean los efectos y la propagación de plantas invasoras, con el objetivo de proteger el entorno natural.

Además, el propio Gobierno de Canadá ha anunciado la creación de 15 nuevos parques urbanos nacionales para 2030, destinando 36 millones de euros en los próximos cinco años para el desarrollo del Parque Nacional Urbano Ojibway en Windsor, Ontario.

Estos esfuerzos no solo buscan proporcionar espacios verdes para el esparcimiento de la población, sino también proteger la rica biodiversidad de las regiones del sur de Canadá, que es la más poblada y una de las más diversas en el país.

La complejidad de equilibrar la accesibilidad de los parques con la preservación de su fauna y flora es una balanza delicada.

"Es un constante desafío", dice Dylan Rawlyk, gerente de Nature Canada, quien trabaja en colaboración con grupos de parques de todo el país para la protección de especies raras.

"Es fundamental poner en marcha medidas que aseguren la conservación de estos entornos naturales, que son precisamente las razones por las cuales la gente visita estos parques en primer lugar”.

Ante estos retos, la comunidad y organizaciones de conservación continúan trabajando arduamente.

La metrópoli busca mantener su acceso a la naturaleza, al mismo tiempo que protege las especies en riesgo y el rico patrimonio ecológico que sus parques albergan.

El tiempo dirá si logran encontrar el equilibrio necesario para salvar tanto la experiencia de los visitantes como el invaluable tesoro natural que estos parques ofrecen.