Una apicultora de Lively, en Ontario, se encuentra buscando respuestas después de que 1.2 millones de abejas murieran repentinamente en su granja. La situación ha levantado preocupaciones sobre el ambiente.

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Sin signos de enfermedad o plagas, el repentino deceso de tantas abejas ha llevado a Lalonde a concluir que podría tratarse de la exposición a algún químico en el área.

La apicultora espera que los resultados de las pruebas identifiquen la fuente del problema y contribuyan a su eliminación. Sorpresivamente, Doug Tompsett, otro apicultor de la localidad, ha expresado su preocupación por lo sucedido en la granja de Lalonde, describiendo las muertes como algo concentrado en su área.

Presidente de la Asociación de Apicultores de Ontario

Considera que este evento, dado su alcance, debería inquietar no solo a la provincia, sino también a niveles más amplios. Ian Grant, presidente de la Asociación de Apicultores de Ontario, ha señalado que las tasas de mortalidad en las abejas han sido particularmente altas este año, sin que se pueda atribuir a un problema en particular.

Este tipo de situaciones ponen de manifiesto la importancia de la educación en la reducción de los químicos nocivos para las abejas y otras especies.