Una expedición científica ha encontrado un ecosistema vibrante y diverso tras el desprendimiento de un gran iceberg en la Antártida, desafiando las expectativas sobre la vida en la oscuridad del océano.

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Una reciente expedición científica ha revelado que el fondo del mar en la Antártida, previamente cubierto por una gruesa capa de hielo, alberga un ecosistema marino sorprendentemente diverso.

La tripulación de una embarcación del Instituto Schmidt de Oceanografía emprendió su viaje cuando un iceberg del tamaño de Chicago se desprendió de la plataforma de hielo George VI.

Ante este evento, decidieron realizar una exploración en el área afectada, sin saber que encontrarían una vida marina próspera y variada.

Inicialmente, los científicos asumían que el fondo marino en esta región sería estéril debido a su oscuridad y a la ausencia de luz solar, lo que limita la fotosíntesis.

Sin embargo, al profundizar en el océano a más de 1,300 metros, se toparon con un mundo lleno de vida. "Cuando contemplamos la primera imagen transmitida, vimos una gran esponja marina con un cangrejo que caminaba sobre ella. La emoción fue inmensa", señaló Patricia Esquete, la científica principal del estudio.

Entre las sorprendentes especies documentadas se encuentran corales, esponjas, peces, enormes arañas marinas y pulpos. Algunos de estos organismos podrían ser desconocidos para la ciencia. Los investigadores se enfrentan ahora a la fascinante cuestión de cómo es posible que un ecosistema tan vibrante haya prosperado en la oscuridad durante tanto tiempo, especialmente en un entorno que había estado sellado por milenios bajo el hielo.

Durante siglos, la región estuvo cubierta por hielo que llegaba a medir más de 150 metros de espesor, lo que impedía la formación de alimentos a partir de la fotosíntesis.

Por lo tanto, se creía que la vida que pudiera existir allí dependía de nutrientes traídos por las corrientes marinas. Sin embargo, el reciente derretimiento del hielo, exacerbado por el cambio climático, ha permitido que la luz del sol y los nutrientes fluyan, creando un nuevo hábitat para diversas especies.

Esquete y su equipo han tomado imágenes, muestras de organismos y muestras geológicas. La intención es analizar la geología de la región y las corrientes oceánicas para entender cómo funciona este ecosistema. La científica expresó su interés en saber qué es lo que permite la biodiversidad en este lugar tan particular.

"Es un descubrimiento fascinante y esperamos aprender sobre nuevas especies y comprender cómo se mantiene esta biodiversidad en ecosistemas tan únicos", añadió Guadalupe Bribiesca-Contreras, otra investigadora involucrada en el estudio.

Estas exploraciones, aunque impulsadas por la emergencia de nuevos icebergs, son también un recordatorio del impacto del cambio climático en los sistemas naturales y de la importancia de registrar estos 'líneas base' que podrían cambiar rápidamente en el futuro.

Mientras los científicos continúan sus investigaciones sobre la vida bajo el hielo, queda por ver cómo se adaptará este ecosistema a su nueva exposición al sol y a otros elementos ambientales.

Con el tiempo, el estudio de estas áreas puede proporcionar información crucial sobre los efectos del calentamiento global y cómo las especies marinas pueden sobrevivir y adaptarse a sus entornos cambiantes.

En este sentido, la expedición no solo ha abierto una ventana a un ecosistema previamente oculto, sino que también plantea nuevas preguntas sobre la vida en las profundidades del océano.