El Ayuntamiento de Santander adopta una iniciativa nacional para sensibilizar a la sociedad y reducir el consumo de alcohol entre los jóvenes, con acciones específicas dirigidas a familias y establecimientos.

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El Ayuntamiento de Santander ha dado un paso importante en la lucha contra el consumo de alcohol en menores de edad al sumarse a la red de ciudades que impulsan la campaña ‘Menores ni una gota.

Más de 100 razones para que un menor no beba alcohol’, promovida por la Federación Española de Bebidas Espirituosas y el Ministerio de Sanidad. La decisión fue aprobada en la última sesión de la Junta de Gobierno Local, en línea con un compromiso global por proteger a los jóvenes de los riesgos asociados al consumo de alcohol.

Esta iniciativa, que cuenta con el respaldo de datos históricos y estadísticas que muestran una tendencia a la baja en el consumo juvenil de alcohol, busca fortalecer las acciones preventivas y educativas en la comunidad.

La concejala de Salud, Zulema Gancedo, afirmó que, según la Encuesta sobre el uso de drogas en enseñanzas secundarias en España 2023 (ESTUDES), se observa una mejora significativa en los hábitos de los jóvenes en los últimos años, aunque todavía persisten retos importantes.

Desde 2013, cuando se lanzó la campaña en todo el país, la prevalencia del consumo de alcohol en menores ha disminuido notablemente. En concreto, el porcentaje de estudiantes que han probado alcohol alguna vez en la vida pasó del 83,9% en 2012 al 75,9% en 2023. Además, quienes han consumido en los últimos 12 meses bajaron del 83,8% en 2012 al 73,6% en 2023, y en los últimos 30 días del 68,1% a 56,6%. Estos datos reflejan un avance, pero también evidencian que todavía hay mucho por hacer.

El informe también muestra una disminución en los episodios de embriaguez y de binge drinking en los jóvenes. La proporción de estudiantes que han estado ebrios alguna vez en la vida cayó del 30,8% en 2012 al 20,8% en 2023, y los casos de consumo excesivo en una sola ocasión (binge drinking) bajaron del 41,8% al 28,2% en el mismo período.

La edad media en que los menores empiezan a consumir alcohol se mantiene en torno a los 13,9 años, mientras que la edad promedio para empezar a beber de manera regular es de 15 años.

La campaña ‘Menores ni una gota’ tiene como objetivo principal sensibilizar a la sociedad, especialmente a las familias, sobre los peligros del consumo precoz de alcohol y la importancia de retrasar esa edad.

Para ello, se desarrollarán acciones de comunicación a través de los canales del Ayuntamiento, incluyendo la web municipal y las redes sociales, además de promover actividades específicas dirigidas a padres y educadores.

Asimismo, Santander ha establecido colaboraciones con la Asociación de Hostelería local bajo el lema ‘Yo no vendo alcohol a menores’, con el fin de promover un compromiso responsable en los establecimientos de alimentación y ocio.

También se realizarán formaciones en servicio responsable de bebidas alcohólicas, buscando que los negocios contribuyan activamente a la prevención.

El Ayuntamiento difundirá los materiales informativos facilitados por Espirituosos España en centros municipales, escuelas de padres y talleres, con el objetivo de dotar a las familias de herramientas útiles para evitar que sus hijos accedan y consuman alcohol.

La edil Gancedo resaltó que, pese a los avances, sigue preocupando que los menores perciban el alcohol como un producto sin riesgos y que su acceso sea fácil y frecuente.

Históricamente, el problema del consumo de alcohol en adolescentes ha sido un foco de preocupación en España, especialmente tras la aprobación de leyes que restringen la venta a menores y campañas educativas.

La tendencia a la baja en las cifras de consumo juvenil responde a estos esfuerzos, pero los expertos advierten que aún queda trabajo por hacer para consolidar estos avances y seguir protegiendo a las futuras generaciones.

La campaña en Santander busca ser un ejemplo local de esta estrategia nacional, involucrando a toda la sociedad en la prevención y la sensibilización frente a una problemática que, si no se afronta, puede tener consecuencias graves para la salud y el bienestar de los jóvenes.