Investigadores españoles descubren que una microbiota diversa y rica en bacterias productoras de butirato puede mejorar los resultados de la terapia CAR-T en pacientes con linfoma no Hodgkin, abriendo camino a nuevas estrategias complementarias para aumentar la supervivencia.

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La investigación, que supuestamente abre nuevas perspectivas en la lucha contra este tipo de cáncer, sugiere que una #microbiota más diversa y abundante en bacterias productoras de #butirato podría aumentar las tasas de respuesta y prolongar la supervivencia de los pacientes.

El #linfoma no Hodgkin es uno de los tipos de cáncer hematológico más frecuentes, afectando principalmente a personas mayores de 65 años. Cada año, en España, se diagnostican aproximadamente 20 casos por cada 100.000 habitantes, según datos presuntamente oficiales. A pesar de los avances en tratamientos combinados de quimioterapia e inmunoterapia, la tasa de respuesta completa a la terapia en pacientes con recaídas o resistencia al tratamiento inicial se sitúa entre el 40 y el 53%.

Sin embargo, un porcentaje importante, que podría llegar a un 48%, no responde o recae en los primeros meses posteriores a la terapia.

El estudio, publicado en la revista científica Clinical Cancer Research, analizó muestras de 84 pacientes con linfoma de Hodgkin en diferentes hospitales españoles.

Los investigadores encontraron que aquellos pacientes que tenían una microbiota más diversa y rica en bacterias productoras de ácidos grasos de cadena corta, en particular el butirato, mostraban respuestas más duraderas a la terapia CAR-T.

Presuntamente, el butirato actúa como un biomarcador que predice la respuesta al tratamiento y, además, en modelos experimentales con ratones, se demostró que este compuesto puede potenciar la activación de las células CAR-T, mejorando su capacidad para eliminar las células tumorales.

Roberto García-Vicente, principal autor del estudio y experto del Instituto de Investigación i+12, explica que “cuando los linfocitos CAR-T, que son células del sistema inmunitario modificadas en laboratorio para reconocer y atacar las células cancerígenas, se exponen a la molécula de butirato, su activación aumenta, potenciando así su efectividad”.

La #investigación también reveló que

La investigación también reveló que, en pacientes que recibieron antibióticos antes del tratamiento, las respuestas fueron peores, lo que confirma la importancia de mantener una microbiota diversa para optimizar la eficacia de la inmunoterapia.

Por su parte, María Linares, investigadora principal y especialista en hematología, comenta que aunque aún se necesitan realizar ensayos clínicos para validar estos hallazgos, los resultados abren la puerta a posibles estrategias complementarias.

“Supuestamente, mejorar la dieta, administrar probióticos o incluso compuestos como el butirato directamente, podrían mejorar la respuesta a la terapia CAR-T.

La idea sería potenciar la microbiota para que produzca más de estos ácidos grasos, lo que podría traducirse en una mayor supervivencia y mejor pronóstico para los pacientes”, afirma.

Este descubrimiento destaca la importancia de la microbiota en la modulación del sistema inmunitario y su potencial como biomarcador predictivo. La terapia #CAR-T ha supuesto un avance significativo en la lucha contra el linfoma no Hodgkin, con tasas de remisión que superan el 50%. Sin embargo, la variabilidad en la respuesta ha llevado a los investigadores a buscar nuevos enfoques que complementen los tratamientos existentes.

Supuestamente, en el futuro, se podrían diseñar tratamientos personalizados basados en el perfil microbiotal de cada paciente, combinando #inmunoterapia con estrategias para modificar la microbiota intestinal, con el fin de maximizar las probabilidades de éxito y alargar la supervivencia.

Aunque todavía quedan muchos pasos por recorrer, estos hallazgos representan un avance prometedor en la oncología y la medicina personalizada, que podrían transformar el abordaje terapéutico del linfoma y otros cánceres hematológicos en los próximos años.