Hoy, el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha tomado la significativa decisión de reconocer el relicario del monasterio del Santísimo Sacramento de las religiosas Bernardas, ubicado en Boadilla del Monte, otorgándole el estatus de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Bienes Muebles.

Este acto no solo resalta la importancia cultural del relicario, sino que también subraya la riqueza del patrimonio que atesora la Comunidad de Madrid.

El relicario es uno de los pocos ejemplos conservados de las obras de arte que adornaban conventos y monasterios, y su diseño está destinado a preservar y exhibir los restos de santos.

Históricamente, estos objetos han sido fundamentales en la liturgia monástica, en particular en monasterios pertenecientes a la nobleza alta y a fundaciones reales, lo que añade un valor simbólico al relicario del monasterio de Boadilla.

Artísticamente, el relicario se distingue por su excepcional calidad.

La mazonería de madera dorada que adorna sus muros y la pintura manierista que decora el techo son testigos del esplendor de épocas pasadas.

Algunos expertos sugieren que esta pintura podría ser obra de Juan Gómez de Mora, un renombrado artista del siglo XVII que dejó su huella en diversas edificaciones de la época en la Corte madrileña.

Esta conexión con figuras clave del arte español resalta aún más la importancia del relicario.

Este impresionante relicario alberga un total de 259 reliquias y objetos de diversa índole, muchos de los cuales provienen de talleres italianos del siglo XVII, así como de artesanos madrileños que operaban cerca de la Corte.

Entre los artículos de notable interés se encuentran un armario-oratorio y un mueble-retablo que adornan el altar mayor del convento, piezas que son testimonio del talento y maestría de sus creadores.

El monasterio de las Bernardas fue fundado en 1615 por Cristóbal de Sandoval y Rojas de la Cerda, primer duque de Uceda.

Esta edificación se erigía junto a su residencia en la calle mayor de la capital madrileña, lo que refleja la cercanía y el interés de la alta sociedad por la vida religiosa de la época.

La fundación del monasterio no solo fue un acto de devoción, sino también un reflejo del poder y la influencia de la nobleza en el desarrollo cultural de Madrid.

El hecho de que el relicario haya sido declarado BIC no solo garantiza su conservación y protección, sino que también promueve una mayor conciencia sobre la herencia cultural que posee la Comunidad de Madrid.

Esto permite que futuras generaciones puedan apreciar y entender la historia y el arte que han perdurado a lo largo de los siglos, enriqueciendo así nuestra identidad colectiva.

La declaración de Bien de Interés Cultural representa un paso significativo en la valorización del patrimonio local, y fortalece el compromiso de las instituciones por preservar estos tesoros para el disfrute y conocimiento de todos.