Una investigación revela detalles sobre los hijos secretos de Vladimir Putin y su vida aislada en Rusia, bajo el cuidado del entorno presidencial.
En una reciente investigación realizada por el Dossier Centre, se han revelado sorprendentes detalles sobre la vida privada y oculta de Vladimir Putin, presidente de Rusia.
Según el informe, el líder ruso tiene dos hijos secretos, Ivan Putin y Vladimir Putin Jr., de nueve y cinco años respectivamente.
Los pequeños residen en un lujoso refugio fortificado en Valdai, al norte de Moscú, donde llevan una vida idílica pero extremadamente aislada.
Los niños son fruto de la relación entre Putin y Alina Kabaeva, una exgimnasta rítmica y actual miembro de la Duma, quien tiene 41 años.
Kabaeva no solo es la madre de los niños, sino que también ha sido una figura significativa en la vida de Putin durante muchos años.
Esta relación ha estado rodeada de misterio y especulaciones, especialmente considerando que Kabaeva ha mantenido un perfil bajo en público en comparación con el entorno del Kremlin.
La investigación del Dossier Centre, dirigido por el exiliado oligarca Mikhail Khodorkovsky, arroja luz sobre un estilo de vida que contrasta drásticamente con las dificultades que enfrenta gran parte de la población rusa.
Se dice que los hijos de Putin disfrutan de un entorno lujoso, protegido por las estrictas medidas de seguridad del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB). Estos niños no solo gozan de acceso a juguetes de lujo y experiencias únicas, sino que también cuentan con una gama completa de servicios, incluyendo tutores, chefs personales y entrenadores deportivos.
A lo largo de sus días, los pequeños son atendidos constantemente, desde las primeras horas de la mañana hasta la noche.
Para mantener su seguridad y evitar riesgos, como envenenamientos, tienen tazas personales de las que solo beben.
Asimismo, las comidas son preparadas especialmente para ellos y tienen horarios rígidos que incluyen desayunos y almuerzos en compañía del personal.
Después de las comidas, suelen tomar siestas para reponer energías.
Entre las actividades recreativas de los niños se encuentran una colección de sets de Lego y el cuidado de dos ponis, además de conejos y un perro San Bernardo, todos bajo la vigilancia de sus cuidadores.
Los encuentros con su padre se describen como eventos muy esperados y emocionantes.
Específicamente, se ha informado que Putin disfruta jugando al hockey sobre hielo con su hijo mayor, Ivan, en unos partidos que son exclusivamente organizados con agentes del FSB, dejando la privacidad de sus encuentros totalmente asegurada.
Este nivel de aislamiento y lujo plantea interrogantes sobre la vida de los hijos de Putin y su futuro, especialmente en un contexto donde millones de rusos luchan con la realidad económica y social del país.
La existencia de estos niños, ajenos a las dificultades que enfrenta el pueblo ruso, parece a menudo un reflejo de las contradicciones y desigualdades que predominan en la sociedad contemporánea de Rusia.
Además, la revelación de esta información coincide con un momento crítico en la política rusa, lo que abre la puerta a especulaciones sobre cómo estas dinámicas familiares podrían influir en el liderazgo de Putin en los próximos años.