La negativa de Donald Trump a revelar los donantes de su transición genera alarma entre los analistas políticos y éticos.
El presidente electo Donald Trump ha decidido mantener en secreto la identidad de los donantes que están financiando su esfuerzo de transición, lo que representa una ruptura con la tradición y podría dificultar saber qué grupos de interés, empresas o personas adineradas están contribuyendo al inicio de su segundo mandato.
Hasta el momento, Trump ha rehusado firmar un acuerdo con la administración de Biden que impone límites estrictos a dicha recaudación de fondos a cambio de hasta 6,8 millones de euros (7,2 millones de dólares) en fondos federales destinados para la transición.
Al esquivar este acuerdo, Trump puede recaudar cantidades ilimitadas de dinero de donantes desconocidos para cubrir los gastos de personal, viajes y oficinas necesarias para preparar el traspaso del gobierno.
Quienes buscan ganarse el favor de la nueva administración de Trump, incluidos ciudadanos extranjeros, tienen ahora la oportunidad de donar a su esfuerzo de transición sin que sus nombres o posibles conflictos de interés lleguen a ser públicos.
Este hecho ha generado preocupación entre los expertos en ética, ya que Trump se convierte en el primer presidente electo en eludir las restricciones establecidas, lo que despierta alarma en diversas instancias sobre la influencia que podrían ejercer intereses ocultos.
"Cuando no se divulga la procedencia del dinero, no está claro cuánto aporta cada uno, quién está donando y qué están recibiendo a cambio de esas donaciones", comentó Heath Brown, profesor de políticas públicas en el John Jay College of Criminal Justice, especializado en transiciones presidenciales.
"Es un ámbito donde la gran mayoría de los estadounidenses estaría de acuerdo en querer saber quién está cubriendo esos gastos".
El equipo de transición de Trump, liderado por Linda McMahon y Howard Lutnick, quienes fueron nominados a puestos en el gabinete la semana pasada, ha afirmado repetidamente que tiene la intención de firmar los acuerdos con la administración de Biden, conocidos como memorandos de entendimiento.
Sin embargo, han pasado los plazos para hacerlo en septiembre y octubre, y en las dos semanas transcurridas desde la elección no se ha indicado un avance en ese sentido.
La Casa Blanca, que está obligada a ofrecer estos acuerdos a los candidatos presidenciales bajo la Ley de Transición Presidencial, ha manifestado que está lista para ayudar en la transición de Trump y garantizar que el traspaso de poder se realice sin contratiempos.
El jueves, la senadora Elizabeth Warren (Demócrata-Massachusetts) envió una carta a la administración de Biden expresando su preocupación de que la falta de firma de los acuerdos por parte de la transición de Trump, representara "territorio inexplorado" que "pone en peligro al público estadounidense". En su misiva, solicitó un informe sobre cómo la administración se estaba relacionando con la transición de Trump respecto a estos acuerdos.
Este tipo de situaciones no son inéditas en la política estadounidense, pero el nivel de secreto en el financiamiento abre un campo de incertidumbre que puede afectar la confianza pública.
La historia de la política estadounidense ha estado marcada por el escándalo y el conflicto de intereses, desde Watergate hasta las recientes controversias sobre la financiación de campañas.
A medida que se desarrollan los eventos, la falta de transparencia podría impactar no solo la percepción del gobierno de Trump, sino también las futuras normativas sobre la financiación de campañas y transiciones presidenciales.