Las agencias de inteligencia del Reino Unido y Noruega advierten sobre un aumento en las actividades de sabotaje y espionaje por parte de Rusia a través de su agencia militar GRU.

El panorama de seguridad en Europa se ha vuelto cada vez más alarmante debido a las acciones del servicio de inteligencia militar ruso, el GRU. Ken McCallum, director de MI5, la agencia de seguridad interna del Reino Unido, ha señalado que “hemos visto incendios provocados, sabotajes y más: acciones peligrosas llevadas a cabo con una creciente imprudencia”. Esta advertencia tuvo lugar durante una actualización poco frecuente sobre las amenazas que enfrenta el continente europeo, especialmente a manos de Rusia y su aparatoso servicio de inteligencia militar.

En un discurso dado el 8 de octubre, McCallum enfatizó que el GRU está en una misión sostenida para sembrar el caos en las calles británicas y europeas.

Estas declaraciones se enmarcan dentro del contexto de la guerra de Rusia en Ucrania, la cual ha ido acompañada de un aumento en la agresión, la subversión y la interferencia en diversos países del continente europeo.

En septiembre, el vicealmirante Nils Andreas Stensones, al frente del Servicio de Inteligencia Noruego, corroboró este cambio en el panorama de seguridad, afirmando que “el nivel de riesgo ha cambiado” y advirtió sobre actos de sabotaje que se están llevando a cabo en Europa.

Otra voz autorizada, Sir Richard Moore, jefe del MI6, la agencia de inteligencia exterior del Reino Unido, fue aún más directo al afirmar que “los servicios de inteligencia rusos se han vuelto un poco ferales, francamente”. Esta caracterización revela un clima de vulnerabilidad y preocupación creciente entre las naciones occidentales frente a las maniobras rusas.

Desde la invasión de Ucrania en 2022, las acciones rusas no solo se han limitado al frente de guerra, sino que han escalado sus esfuerzos para desestabilizar a otros países.

Por ejemplo, se han registrado intentos de sabotaje dirigidos a desactivar la infraestructura crítica y paralizar el funcionamiento de las instituciones en varias naciones europeas.

En Alemania, en abril, dos hombres de doble nacionalidad germano-rusa fueron arrestados bajo la sospecha de haber planeado ataques contra instalaciones militares estadounidenses.

En Polonia, también en abril, las autoridades detuvieron a un individuo que intentaba proporcionar información al GRU sobre el aeropuerto de Rzeszów, conocido por ser un centro de logística de armas destino a Ucrania.

A su vez, instituciones de seguridad en Polonia han señalado que han detectado intentos de hackers rusos por inhabilitar al país en los ámbitos político, militar y económico.

La propaganda rusa ha inundado el ciberespacio, generando desinformación en un intento de socavar la estabilidad y la confianza en los gobiernos europeos.

Las acciones del Grupo Wagner, un grupo de mercenarios vinculado estrechamente al Kremlin, han sido también motivo de preocupación.

La implicación de este grupo en actos ilegales y violentos en diversas partes del mundo ha posicionado a Rusia en un papel agresor en varias geografías, generando un clima de incertidumbre.

En el Reino Unido, varios hombres han sido acusados de un incendio provocador que afectó a una empresa de logística de propiedad ucraniana en Londres, con la implicación de que estos actos podían tener vinculación con las operaciones del Grupo Wagner.

Este periodo reciente de sabotaje refleja una estrategia de desestabilización que parece estar destinada a amenazar no solo a Ucrania, sino también a los aliados occidentales.

Como parte de esta estrategia, se han levantado alarmas sobre la intención de Rusia de desplegar un arma nuclear en órbita, una acción que daría un giro radical en la seguridad internacional.

La larga historia de injerencia de Rusia en los asuntos europeos, que se remonta a la Guerra Fría, ahora toma forma a través de métodos más directos y peligrosos, dejando a los países europeos en estado de alerta ante una amenaza inminente.