Tres hombres han sido acusados de participar en un plan de asesinato contra el presidente electo Donald Trump, orquestado por el régimen iraní, tras su victoria electoral.

Washington: El gobierno de Estados Unidos ha emprendido acciones legales contra tres individuos relacionados con un intento fallido orquestado por el régimen iraní para atentar contra la vida del presidente electo Donald Trump.

Este incidente destaca otro intento de asesinato dirigido hacia el republicano, apenas días después de su contundente victoria sobre Kamala Harris.

El Departamento de Justicia federal ha señalado que el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán encargó al afgano Farhad Shakeri tareas de vigilancia y, en última instancia, de asesinato contra Trump, con el objetivo de ejecutarlo antes de las elecciones.

Esto surge solo dos meses después de que Trump recibiera un disparo en la oreja durante un incidente en Butler, Pensilvania.

De acuerdo al cargo formal, Shakeri comunicó a altos funcionarios iraníes que ejecutar la vigilancia y el eventual asesinato de Trump tendría un costo “enorme”. Sin embargo, ante esta afirmación, una autoridad iraní respondió: “Ya hemos gastado mucho dinero... Así que el dinero no es un problema”.

Este plan se hizo público por primera vez cuando se desclasificó la acusación el pasado viernes (sábado en horario AEDT). El Fiscal General de Estados Unidos, Merrick Garland, expresó: “Existen pocos actores en el mundo que representen una amenaza tan grave para la seguridad nacional de los Estados Unidos como Irán”.

“Este Departamento de Justicia ha acusado a un activo del régimen iraní que fue designado por el mismo para dirigir una red de asociados criminales con el fin de llevar a cabo planes de asesinato contra sus objetivos, incluido el presidente electo Donald Trump... No permitiremos que el régimen iraní ponga en peligro al pueblo estadounidense y la seguridad nacional de Estados Unidos”, agregó Garland, enfatizando la postura firme del gobierno ante tales amenazas.

Cabe recordar que Estados Unidos ha advertido repetidamente sobre la posible represalia de Irán a raíz de un ataque con dron en 2020, que tuvo lugar durante la administración de Trump y que resultó en la muerte del entonces comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución, Qasem Soleimani.

Esta intervención desencadenó un aumento en las tensiones entre ambos países y la preocupación por actos de violencia, tanto en el extranjero como en el territorio estadounidense.

Las acusaciones actuales reavivan los temores sobre la seguridad del expresidente y reflejan la complejidad de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos e Irán.

Trump ha sido un blanco constante de amenazas, y su postura rigurosa hacia el régimen de Teherán durante su mandato ha exacerbado las tensiones.

Como político, ha mantenido una retórica feroz contra Irán, al que ha señalado como uno de los mayores riesgos para la estabilidad global y la seguridad nacional estadounidense.

Este nuevo desarrollo en la historia política de Estados Unidos no solo subraya los peligros a los que se enfrenta el liderazgo del país, sino también la influencia y la determinación del régimen iraní para desestabilizar al gobierno norteamericano a través de tácticas extremas.