El primer ministro de Papúa Nueva Guinea, James Marape, ha declarado un estado de emergencia de 14 días en respuesta a un brote masivo de disturbios y violencia en Port Moresby, la capital del país. Tras una protesta de la policía y el sector público por problemas salariales que derivó en saqueos y disturbios, se han cancelado varios eventos y se han enviado más de 1000 soldados para mantener el orden. La situación se ha calmado en las últimas horas y se espera que los supermercados vuelvan a abrir hoy con mayor seguridad.

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Las calles de Port Moresby, en Papúa Nueva Guinea, han sido patrulladas por soldados y policías durante la mañana del viernes, mientras la gente hacía largas filas para obtener combustible.

Esto ocurre un día después de que el país declarara un estado de emergencia en respuesta a un masivo brote de disturbios y violencia.

El primer ministro James Marape decretó el estado de emergencia por 14 días, suspendiendo a varios funcionarios y poniendo a más de 1000 soldados en alerta.

Todo esto ocurrió después de que una protesta de la policía y el sector público por problemas salariales el miércoles desencadenó disturbios y saqueos que causaron la muerte de al menos 16 personas.

Las autoridades culparon más tarde a un error administrativo por el recorte salarial.

En cuestión de horas, miles de personas salieron a las calles para saquear y causar disturbios mientras se veían paisajes de humo y edificios en llamas.

También hubo un intento de una turba por romper las rejas cercanas a la oficina del primer ministro.


El diario local Post-Courier titula los disturbios del 10 de enero como el “día más oscuro de nuestra ciudad” en Papúa Nueva Guinea.

Según el jefe local de St John Ambulance, Matt Cannon, para la mañana del viernes la ciudad había vuelto a una “nueva normalidad”. Se espera que los supermercados en funcionamiento vuelvan a abrir hoy y se ha incrementado la seguridad para atender a un gran número de personas.

Eddie Allo, quien tomó el autobús para ir a trabajar al Hospital General de Port Moresby, describió que la situación estaba tranquila.

La mayoría de los vehículos en las calles eran propiedad del gobierno y muchas personas tenían poco combustible debido al cierre de las estaciones de servicio.

“Todo está paralizado ahora”, dijo Allo por teléfono.

“Hay pocas personas en la calle y la policía y el ejército están patrullando a pie por la zona.

No se están produciendo saqueos”.