En un emotivo recibimiento en el campamento de Balata, Cisjordania, los recién liberados prisioneros fueron aclamados como héroes, iluminados por farolas y la luna.

Adolescentes vestidos con la bandera verde de Hamas fueron cargados a hombros y paseados en medio de una multitud enardecida.

Para Aseel al-Titi, sentada en lo alto de un automóvil, la primera hora de su libertad fue electrizante.

Con la bandera palestina roja, negra, blanca y verde en su espalda, Aseel se encontraba en éxtasis.

Sin embargo, al llegar finalmente a casa después de casi un año y tres meses, empezó a tener dificultades para dormir.

La euforia estaba desvaneciéndose y la noche parecía de repente muy silenciosa.

En los hogares de todo el campo de refugiados de Balata, los televisores transmitían imágenes del derramamiento de sangre en Gaza, que había allanado el camino para su liberación.

Decían que era una fórmula desgarradora: tres prisioneros palestinos liberados a cambio de cada rehén israelí liberado por militantes de Hamas en Gaza.

"De repente, los sentimientos que tenía eran tan complejos que eran simplemente imposibles de describir", dijo al-Titi mientras una corriente constante de visitantes la recibía de vuelta.

"Había solo una cosa que sabía cuando estaba en la cárcel", le dijo a uno.

"La resistencia no abandonaría a sus chicas".

La noticia de la primera liberación de prisioneros el viernes se propagó por las comunidades palestinas, proporcionando un pequeño alivio, e incluso felicidad en algunos casos, en medio de lo que las personas aquí consideran la guerra más devastadora desde la fundación del estado de Israel en 1948. Más de 13,300 palestinos han perdido la vida en Gaza desde el sorpresivo ataque de Hamas a las comunidades israelíes el 7 de octubre, que provocó la feroz respuesta de Israel.

Hamas y otros combatientes mataron a unas 1200 personas en Israel ese día y tomaron otros 240 como rehenes.

El objetivo de Israel ahora es erradicar a los militantes de Gaza.