El primer ministro de Nueva Zelanda, Christopher Luxon, lleva a cabo una transformación en la política exterior del país, resaltando la importancia de la libertad de navegación y la cooperación con aliados tradicionales.

Wellington: El 25 de septiembre, el buque Aotearoa, uno de los pocos barcos de la Armada Real de Nueva Zelanda, cruzó el Estrecho de Taiwán acompañado de un destructor australiano.

Esta acción tenía como objetivo demostrar a China que sus prerrogativas de control exclusivo sobre esta vía marítima son inválidas según el derecho internacional.

Estados Unidos realiza este tipo de maniobras varias veces al año, a pesar de las condenas emitidas desde Pekín, y a menudo lo hace junto a aliados como Canadá. Por su parte, Australia también ha llevado a cabo esta práctica.

Sin embargo, Nueva Zelanda no adoptaba una postura tan decidida desde 2017.

En una entrevista con The Economist, el primer ministro neozelandés, Christopher Luxon, señaló que, como una nación pequeña dependiente del comercio, su país necesita garantizar la libertad de navegación.

"Todos los países", afirmó, "incluyendo a China, deben adherirse al derecho internacional". Luxon minimizó la relevancia del viaje del Aotearoa, describiéndolo simplemente como la ruta más rápida entre el Mar de China Oriental y el Mar de China Meridional.

La travesía del Aotearoa subraya un cambio significativo en la política exterior de Nueva Zelanda bajo el mando de Luxon, quien asumió el cargo en noviembre del año pasado al frente de un gobierno de coalición.

Este "reinicio", como él lo describe, se compone de dos elementos fundamentales.

En primer lugar, se busca diversificar las relaciones diplomáticas y comerciales de Nueva Zelanda, alejándose de la dependencia de China, país que adquiere el 27% de sus exportaciones.

Esta medida es mayormente bien recibida.

El segundo elemento es estrechar la alineación de Nueva Zelanda con los otros cuatro países miembros de los Cinco Ojos, un acuerdo que incluye a Estados Unidos, Australia, Reino Unido y Canadá para el intercambio de inteligencia.

En este sentido, Luxon está dispuesto a alinear a Nueva Zelanda más estrechamente con Estados Unidos que en cualquier otro momento desde que las dos naciones se separaron en 1986. Dicha iniciativa ha generado uno de los debates más apasionados en Nueva Zelanda sobre política exterior desde aquella época.

Cabe recordar que Nueva Zelanda es el único país de los Cinco Ojos que no es un aliado formal de Estados Unidos, situación que probablemente no cambiará, al menos en el papel.

Esto se debe a que en 1986, Estados Unidos suspendió sus compromisos de defensa hacia Nueva Zelanda bajo la alianza ANZUS, en respuesta a la prohibición neozelandesa de armas nucleares en sus puertos.

Dado que la Armada de Estados Unidos no revela qué buques llevan armas nucleares, la alianza se volvió inviable.

A lo largo de los años, los gobiernos de diferentes tendencias políticas en Nueva Zelanda han esbozado una nueva política exterior.

Han forjado vínculos diplomáticos más sólidos con los pequeños países vecinos del Pacífico y han aumentado el comercio con Asia creciente.

Sin embargo, su alineación con Occidente era descrita como "semi-alineada", como indicó Helen Clark, quien fue primera ministra entre 1999 y 2008. Esta política permitió a Nueva Zelanda evitar involucrarse en la guerra de Irak, aunque sí envió fuerzas especiales para apoyar a la OTAN en su lucha contra los talibanes en Afganistán.

Desde 2008, con la firma de un acuerdo de libre comercio con China bajo el gobierno de Clark, Nueva Zelanda ha visto un aumento en sus exportaciones al gigante asiático, que en su mayoría son productos agrícolas altamente sustituibles, lo que la hace vulnerable a la coacción económica.

Con el crecimiento del comercio también aumentaron otras interacciones entre Nueva Zelanda y China, siendo algunas de ellas problemáticas.

Durante los gobiernos laboristas de 2017 a 2023, motivados por avisos de agencias de inteligencia, Nueva Zelanda intensificó las medidas contra la intromisión china en su política, endureciendo los procesos de revisión de inversiones y prohibiendo donaciones de campaña extranjeras.