El expresidente neerlandés Mark Rutte habla sobre su experiencia tras el derribo del avión MH17 y su influencia en la política europea actual.

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Bruselas: En su casi década y media como primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte sólo mostró su vulnerabilidad una vez, cuando recibió la noticia de que un tren con los cuerpos de las víctimas del vuelo MH17 de Malaysia Airlines había partido finalmente hacia Járkov.

Este trágico vuelo, que llevaba a 298 personas, entre ellos 193 ciudadanos neerlandeses, fue derribado en 2014 por fuerzas respaldadas por el Kremlin en el este de Ucrania.

Rutte, extremadamente afectado por esta situación, hizo reiteradas solicitudes al presidente ruso Vladimir Putin para permitir la recuperación de los cuerpos.

En una de sus conversaciones, Rutte le hizo un llamamiento a Putin, recordándole que era su responsabilidad cumplir con este deber sagrado de devolver a los fallecidos a sus hogares.

Hasta la tragedia, Rutte y Putin mantenían una relación razonablemente cordial.

Sin embargo, la presión sobre el líder ruso se intensificó después de la tragedia.

En una cumbre internacional celebrada meses más tarde en Milán, Rutte confrontó a Putin, subrayando la obligation casi sagrada de un país de recuperar a sus ciudadanos caídos.

Al dejar el Parlamento en junio, con el horizonte de asumir su nuevo cargo como secretario general de la OTAN, Rutte reflexionó sobre el trágico evento, afirmando que la experiencia cambió su perspectiva por completo.

"Me hizo dar cuenta de cuán crucial es que nuestro país no se quede solo en un mundo lleno de turbulencias y amenazas", comentó Rutte.

Su visión también aboga por un continuo apoyo a Ucrania, destacando la importancia de la paz en el país europeo y la seguridad en su propia nación.

A medida que Europa se encuentra al borde de un conflicto abierto con Rusia y los Estados Unidos se encaminan hacia elecciones de gran relevancia, Rutte podría ser visto como la última esperanza de Ucrania en el ámbito internacional.

Esta percepción contribuyó a su designación como líder de la OTAN. En este nuevo rol, Rutte deberá enfrentar los desafíos que representaría el regreso de Donald Trump, quien ha expresado escepticismo respecto a la OTAN y la asistencia a Ucrania.

La batalla por la soberanía de Ucrania y la seguridad en toda Europa es un problema que resuena profundamente no solo en los foros políticos, sino también en el corazón de los ciudadanos europeos que buscan estabilidad en tiempos inciertos.

La experiencia de Rutte con la MH17 ha dejado claro que la comunidad internacional debe unirse en la defensa de sus valores y principios, a pesar de los desafíos que se dengan desde el este.

El legado de Rutte se entrelaza con la historia reciente de Europa, donde cada decisión puede tener consecuencias profundas en el futuro del continente.