A miles de kilómetros de las ceremonias del amanecer en Australia, un pequeño grupo de dignatarios se reunirá en Malta este Día de Anzac entre las ordenadas filas de lápidas en el soleado Cementerio Militar de Pieta, justo fuera de Valletta, para conmemorar un conmovedor pero en gran parte olvidado capítulo de la historia de Gallipoli.

Es la historia de cómo una pequeña, antigua, empobrecida y golpeada por la batalla nación en el centro del Mediterráneo abrió sus brazos y corazones para cuidar a miles de jóvenes Anzacs heridos, traumatizados y enfermos, muchos de ellos aún adolescentes, que llegaron a bordo de una flotilla de barcos hospitalarios empapados en sangre desde los campos de batalla de Gallipoli.

Mientras que la mayoría de los 57,950 soldados evacuados a Malta se recuperaron y eventualmente se marcharon, algunos 202 australianos y 72 neozelandeses no lo hicieron, y se encuentran en cementerios de guerra en todo el archipiélago.

La tragedia se refleja claramente en sus tumbas, pertenecientes a los hijos, esposos, padres, hermanos y novios que nunca regresaron a casa.

Dos tercios de los Anzacs enterrados allí están por debajo de los 26 años; el más viejo tiene 46. Hay cinco tumbas que contienen a jóvenes de 18 años, incluido el Soldado Walter Reginald Burrows del Quinto Batallón, un topógrafo de Stawell, Victoria.

Resultó herido y murió ocho días después mientras estaba a bordo del HMS Andania rumbo a Malta.

Igualmente trágico fue el destino de Samuel O’Dell del Sexto Regimiento de Caballería Ligera.

Un carpintero del pueblo de Bingara, se alistó el 5 de noviembre de 1914 y se casó con su novia Mary días antes de zarpar desde Sydney.

Murió en Malta después de recibir un disparo en la cabeza en Gallipoli, su condición reportada inicialmente al llegar a Malta como 'gravemente enfermo'. Poco más de una semana después fue enterrado en el Cementerio Militar de Pieta.