La vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, confirma su buena salud y maneja con éxito algunos problemas menores, mientras su rival Donald Trump no comparte información médica.

La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, ha confirmado que disfruta de una salud "excelente" y está gestionando satisfactoriamente algunos problemas menores de salud, según reveló su médico en una carta publicada el pasado sábado.

En esta comunicación, el Dr.

Joshua R. Simmons, quien es el médico personal de Harris, destacó que a sus 59 años, la vicepresidenta enfrenta algunas alergias estacionales, una leve miopía y urticaria que trata con medicamentos tanto de venta libre como con prescripción médica.

En su misiva de dos páginas, Simmons afirmó que Harris "posee la resiliencia física y mental necesaria para cumplir con éxito las funciones de la presidencia", incluyendo su papel como jefa del ejecutivo, presidenta del estado y comandante en jefe.

Además, el médico afirmó que Harris no padece diabetes, colesterol alto, enfermedades cardíacas, cáncer, osteoporosis ni trastornos neurológicos.

Esta revelación sobre la salud de Harris se produce mientras su oponente en la carrera presidencial, el ex-presidente Donald Trump, quien a sus 78 años es el candidato más anciano en la historia de EE.UU., se niega a proporcionar información similar sobre su salud.

Los candidatos a la presidencia no están obligados a divulgar sus historiales médicos, lo que significa que los reportes médicos durante la campaña suelen ser utilizados para ofrecer la mejor imagen posible de los postulantes.

Con las elecciones a la vista, el equipo de campaña de Harris capitalizará sin duda la divulgación de su información médica en contraste con la falta de transparencia de Trump.

En una conferencia de prensa, Kamala Harris no tardó en expresar que el equipo de Trump no parece querer que las personas conozcan el estado real de su salud y si está apto para ejercer la presidencia.

Cuando se le preguntó sobre la agudeza mental de Trump, invitó al público a observar sus mítines y tomar su propia decisión al respecto.

A lo largo de la historia, la salud de los candidatos presidenciales ha sido objeto de escrutinio público.

Por ejemplo, el 26º presidente de EE.UU., Theodore Roosevelt, sufrió problemas de salud que afectaron su mandato, y el 40º presidente, Ronald Reagan, reveló años después haber lidiado con el mal de Alzheimer.

Estos antecedentes hacen que la divulgación de la salud de los candidatos sea un tema delicado, ya que puede influir en la percepción del público sobre su capacidad para liderar.

La situación de Harris se da en un contexto político tenso, marcado por la polarización y la creciente atención de los votantes hacia la salud y el bienestar de sus líderes.

Con la fecha de las elecciones a pocos meses, la capacidad de los candidatos para mostrar estabilidad y fortaleza será crucial para su éxito en las urnas.