Un reciente sondeo revela que la mayoría de los australianos prefieren a Kamala Harris como presidenta, con un enfoque en su política exterior y alianzas estratégicas.

Según una reciente encuesta del Lowy Institute, el 73% de los australianos expresa su preferencia por Kamala Harris como presidenta de Estados Unidos, mientras que solo el 22% optaría por Donald Trump.

Este sondeo refleja un fuerte apoyo hacia Harris, quien, de ser electa, probablemente mantendría el compromiso de EE. UU. con alianzas estratégicas como AUKUS.

Kamala Harris, actual vicepresidenta, hasta ahora no ha tenido un rol destacado en la política exterior del gobierno de Biden, lo que dificulta prever su ‘doctrina Harris’. Sin embargo, basándose en sus declaraciones públicas y su trayectoria, se pueden inferir algunas tendencias.

Por un lado, Harris se alinea con la tradición estadounidense de liderazgo global.

En la Conferencia de Seguridad de Múnich, aseguró que es de interés fundamental para los estadounidenses que EE. UU. cumpla su rol de liderazgo mundial.

Esto contrasta significativamente con la visión más limitada de Trump, quien ha declarado en el pasado que no actúa como “el presidente del globo”.

Además, mientras Trump tiende a ver con escepticismo las alianzas internacionales, Harris es una firme partidaria de estas.

Ella sostiene que la solidaridad con aliados “fortalece a América y mantiene a los estadounidenses a salvo”, lo que implica un enfoque más colaborativo en las relaciones internacionales.

Sin embargo, este compromiso no necesariamente se traduce en intervenciones militares; de hecho, Harris apoyó la decisión de Biden de retirar completamente las tropas de Afganistán en 2021, mostrándose como una figura menos belicosa.

También es importante señalar que Harris mantiene una posición más favorable hacia el comercio en comparación con Trump.

Ha criticado los planes arancelarios de Trump, que incluyen tasas del 10% o incluso del 20% en todas las importaciones, denominándolo un “impuesto de Trump”. Sin embargo, también ha mostrado oposición a ciertos acuerdos de libre comercio, indicando que su campaña busca implementar “aranceles estratégicos y específicos”.

La política hacia Europa es otro punto fuerte en la agenda de Harris, respaldada por la estrategia de Biden frente a la invasión rusa de Ucrania en 2022. Esta respuesta fue aclamada por su capacidad para frustrar los objetivos de Putin y fortalecer a la OTAN, algo que Harris podría continuar fomentando.

En el ámbito del Medio Oriente, podría haber diferencias entre las administraciones de Harris y Biden.

Harris abogó por un “cese al fuego inmediato” en Gaza antes que otros altos funcionarios, aunque ha enfatizado el derecho de Israel a defenderse.

En debates y en su trayectoria, ha manifestado un firme apoyo a Israel y su pueblo, lo que sugiere que su enfoque podría ser cauteloso, aunque proactivo en términos de diplomacia.

Este panorama refleja cómo una posible presidencia de Kamala Harris podría representar un cambio significativo en la política exterior de Estados Unidos, favoreciendo el multilateralismo y las alianzas, en un contexto donde la opinión pública internacional, como la de Australia, se inclina hacia un liderazgo más colaborativo.