Un análisis sobre las burlas raciales hacia Kamala Harris y la desinformación sobre mujeres en posiciones de poder.
En el mundo de la política estadounidense, la figura de Kamala Harris ha estado en el centro de varias controversias, especialmente debido al trato despectivo que ha recibido de figuras como el expresidente Donald Trump.
Este último ha utilizado comentarios racistas y burlescos para cuestionar la identidad racial de Harris, sugiriendo que su herencia podría no ser clara y descalificándola ante un grupo de periodistas afroamericanos.
Trump hizo declaraciones como: "No sabía que era negra hasta hace unos años cuando comenzó a ser negra". Frases como estas no solo alimentan un clima de hostigamiento, sino que además refuerzan estereotipos raciales dañinos.
Kamala Harris es hija de una inmigrante india y de un inmigrante jamaicano, y se identifica tanto como india como negra, una parte central de su identidad que ha defendido a lo largo de su carrera política.
El tratamiento de Harris no se limita a cuestionar su raza.
Existe una narrativa aún más extrema propagada por algunos sectores de la sociedad que afirman que en realidad es un hombre.
Esta teoría de conspiración sugiere que Harris es abruptamente poderosa porque es, en esencia, un hombre transgénero que ha logrado encajar en el mundo político sin ser descubierto.
Nina Jankowicz, ex directora de la Junta de Gobernanza de Desinformación del gobierno de EE. UU., señala que esta desinformación no tiene fundamento, pero es parte de un elaborado cuento de QAnon que busca socavar la seriedad de Harris y otras mujeres en posiciones de poder.
Este tipo de ataques no son nuevos en el ámbito político estadounidense.
Durante la campaña electoral de 2016, Hillary Clinton fue objeto de la infame teoría de conspiración llamada “Pizzagate”, que afirmaba erróneamente que ella y su esposo Bill estaban involucrados en una red de tráfico sexual de menores.
Estas narrativas absurdas se replican y evolucionan, mostrando un patrón preocupante sobre cómo las mujeres son tratadas en el ámbito político.
La investigadora Jankowicz realizó un estudio en 2021 que evidenció que las mujeres en posiciones públicas sufren un tipo de insulto y abuso que difiere fundamentalmente del que experimentan sus homólogos masculinos.
Históricamente, la narrativa dominante ha minimizado o desestimado el acoso y la desinformación dirigidos hacia las mujeres, llevándolas a vivir una doble carga: ser juzgadas por su capacidad política y ser objeto de ataques personales.
Es vital reconocer que este fenómeno no debe seguir siendo ignorado.
La desinformación juega un papel crucial en las campañas políticas, y las figuras como Harris y Clinton se convierten en víctimas de un sistema que perpetúa el machismo y el racismo.
Abordar este problema requiere no solo una respuesta institucional, sino también una reflexión profunda sobre el papel de la sociedad en la protección de las mujeres en el ámbito político, para que puedan ejercer su labor sin miedo a ataques personales basados en su raza, género o identidad.