Gisèle Pelicot, una abuela francesa, rompe el silencio y enfrenta a sus abusadores en un juicio histórico por masacres sexuales, destacando la necesidad de un cambio en la legalidad sobre el consentimiento en Francia.
En un hecho sin precedentes en la justicia francesa, Gisèle Pelicot, una abuela de 72 años, decidió romper el silencio y se presentó ante el tribunal en Avignon, desafiando a sus abusadores en un juicio que inquieta a la sociedad.
Su valentía es un faro de esperanza para muchas víctimas de agresión sexual que, como ella, se enfrentan a un sistema judicial que a menudo parece fallarles.
Gisèle, que fue víctima de violencia sexual durante casi una década, reveló en su declaración que se encontraba bajo el efecto de drogas suministradas por su exmarido y otros hombres que él había invitado a su hogar en Mazan, al sureste de Francia.
Los abusos ocurrieron entre 2011 y 2020, y en la audiencia, ella dirigió palabras contundentes a sus agresores: 'Cuando una es violada, hay vergüenza, y no somos nosotras las que debemos sentir vergüenza, son ellos los que deben cargar con ese peso'.
Este juico no solo condenó a su exmarido, Dominique Pelicot, quien recibió una sentencia de 20 años de prisión por violación agravada, sino que también incriminó a otros 49 hombres que enfrentaron diversas acusaciones de violación, intento de violación y agresión sexual, con penas que oscilan entre 3 y 15 años de cárcel.
Un quincuagésimo acusado fue hallado culpable de drogar y violar a su esposa.
El juicio ha puesto en entredicho la percepción pública sobre la masculinidad y ha revelado la alarmante realidad: los perpetradores de estas acciones son muchas veces hombres comunes, que poseen profesiones como enfermeros, periodistas y trabajadores agrícolas.
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El Departamento de Justicia ha solicitado a un juez federal que se encarga del caso criminal contra el ex presidente Donald Trump en Washington que intervenga después de que él publicara un mensaje en línea que parecía prometer venganza contra aquellos que lo persiganDe los 50 hombres enjuiciados, alrededor del 40% tenía antecedentes criminales relacionados con abusos, lo que evidencia un patrón preocupante en la sociedad sobre la violencia de género.
A raíz de este caso, se han intensificado los llamados para que la legislación francesa sobre violación incluya de manera explícita el concepto de 'consentimiento'. La valentía de Gisèle ha funcionado como un catalizador para la discusión sobre este tema en el ámbito jurídico y social, al mismo tiempo que ha resaltado la necesidad de prestar atención al contenido y las plataformas de medios que perpetúan actitudes dañinas hacia las mujeres.
El apoyo internacional a su causa ha sido abrumador, pero es importante recordar que la lucha de muchas mujeres en Francia por justicia no ha sido tan exitosa.
En la última década, se ha reportado que el 86% de las denuncias de violencia sexual se archivan y solo un 14% llega a juicio, de los cuales tan solo un 13% termina en condena.
Gisèle Pelicot solicitó que el juicio se llevara a cabo en una sala abierta, deseando que su testimonio sirviera para iluminar lo que había padecido.
Su resiliencia y determinación la han convertido en un símbolo para muchas sobrevivientes de agresiones sexuales en todo el mundo, quienes ven en ella un ejemplo de coraje en la búsqueda de justicia.