El presidente de EE.UU. decide no postularse a la reelección tras un desempeño cuestionable y dudas en el partido Demócrata.

Washington: La reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de no buscar su reelección ha sido el resultado de una serie de errores estratégicos cometidos por su equipo de campaña y asesores de la Casa Blanca.

Esto ha alimentado las preocupaciones sobre si el presidente de 81 años realmente puede ganar en las elecciones de noviembre o gobernar el país por otros cuatro años.

Desde su participación en el debate presidencial contra el candidato republicano Donald Trump, Biden ha enfrentado un creciente escepticismo, incluso entre sus más cercanos aliados, respecto a su capacidad para soportar una campaña prolongada.

Este episodio encendió aún más una corriente interna dentro del Partido Demócrata que cuestiona la lógica de su segunda candidatura.

La rápida transformación de Biden, de figura central del partido a un posible lastre, marcó un hecho histórico; se convirtió en el primer presidente en funciones que decide no buscar la reelección desde Lyndon B. Johnson en 1968. Johnson se retiró tras la presión de la guerra de Vietnam y una creciente oposición interna.

Una de las etapas cruciales que llevaron a Biden a esta decisión comenzó entre abril y junio, cuando él mismo insinuó su participación en un debate contra Trump durante una entrevista en el programa de radio de Howard Stern.

A pesar de las preocupaciones expresadas por algunos colaboradores demócratas sobre que este evento podría no beneficiar su imagen o incluso perjudicar su campaña, se decidió seguir adelante y planear la controversia.

Algunos asesores de Biden se sintieron optimistas tras acordar una discusión televisiva en junio, creyendo que la posibilidad de un debate temprano les daría ventaja y convencería a los votantes de que no había otro candidato viable para enfrentar a Trump en la contienda.

En este sentido, se pensó que sería una buena oportunidad para equilibrar cualquier evaluación negativa que pudiera surgir de su desempeño.

Sin embargo, el primer debate está marcado por un tono tenso y momentos incómodos que podían perjudicar aún más su imagen, ya deteriorada.

En este punto, los temores ya eran palpables dentro del partido, con una considerable fracción de demócratas comenzando a cuestionar la viabilidad de la campaña de Biden.

Los analistas han comentado sobre las repercusiones que atravesó el Partido Demócrata en respuesta a estos acontecimientos, señalando que la base demócrata cada vez se sentía más ansiosa ante la posibilidad de que un candidato, como Biden, no pudiera movilizar el apoyo necesario para ganar las elecciones.

En este sentido, el final de su campaña ha abierto el debate sobre las alternativas que el partido puede presentar para la contienda presidencial de 2024.

El legado de Biden, marcado por acontecimientos significativos como la gestión de la pandemia de COVID-19 y su enfoque en el cambio climático, ahora queda en una balanza incierta; sus decisiones futuras pueden definir el rumbo político de los Estados Unidos durante una época de desafíos extraordinarios y divisiones profundas dentro de la sociedad.

Al no continuar en la carrera, deja un vacío importante que otros candidatos deberán intentar llenar en los próximos meses.