El nuevo enfoque de la administración Trump hacia Israel podría intensificar los conflictos en Gaza y Líbano, según analistas.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha encontrado un potente aliado en la reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
La llegada de Trump a la Casa Blanca trae consigo un apoyo incondicional, lo que energiza a Netanyahu y a los sectores más extremistas de su coalición para continuar con sus campañas en Gaza y Líbano, así como para intentar disminuir la influencia regional de Irán.
Sin embargo, dado el complejo entramado de la política del Medio Oriente, estabilizar la región en base a garantizar la supremacía de Israel no será una tarea sencilla.
Trump ha dejado claro que no teme utilizar el poder estadounidense para defender lo que considera intereses nacionales, pero también ha manifestado su aversión hacia los conflictos bélicos.
Su lema consiste en finalizar guerras en lugar de iniciarlas, y se enorgullece de señalar que, durante su primer mandato, no se comenzó ningún nuevo conflicto, poniendo énfasis en que fue el presidente Joe Biden quien manejó de manera desastrosa la retirada de tropas de Afganistán.
En relación a los conflictos en Gaza y Líbano, Trump ha prometido a Netanyahu la asistencia necesaria para vencer a Hamas y Hezbollah, además de presentarlo como el principal antagonista y patrocinador del terrorismo en la región.
Las semanas posteriores a su victoria electoral han visto a Trump nombrar un equipo de política exterior compuesto por individuos firmemente pro-Netanyahu y pro-Israel.
Este grupo, de inclinaciones de extrema derecha y con fuertes lazos con movimientos evangelistas cristianos, incluye a figuras como Mike Huckabee, designado embajador en Israel, y Steve Witkoff, como enviado especial para el Medio Oriente.
Ambos son bien conocidos por su cercano vínculo con Netanyahu y sus ministros de seguridad nacional y finanzas, Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich.
La política de "Israel primero" de Trump podría permitir al liderazgo de Netanyahu volverse más asertivo a la hora de alcanzar su objetivo del "Gran Israel", una idea que está consagrada en la plataforma del Partido Likud y que abarca todo el territorio desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.
Esto incluye no solo limpiar el camino, al menos en el norte de Gaza, para establecer asentamientos israelíes, sino también restringir las capacidades regionales de Irán, lo que podría desembocar en una confrontación más amplia.
Asimismo, se contempla la posibilidad de declarar la anexión de Cisjordania.
En este contexto, Smotrich ya ha ordenado a las autoridades pertinentes que se preparen para extender la soberanía israelí sobre los asentamientos ilegales en esa área.
Mientras tanto, las operaciones de tierra arrasada de Israel en Gaza siguen sin tregua, con la muerte diaria de civiles desarmados, incluidos muchos niños, debido a bombardeos, hambre y enfermedades.
La tensión se extiende a Líbano, donde el ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, ha desestimado cualquier posibilidad de alto el fuego hasta que Hezbollah sea desarmado por completo y retrocedido más allá del río Litani, ubicado a 30 kilómetros al norte de la frontera israelí. Por su parte, el debilitamiento y la humillación de Irán siguen siendo un objetivo central para Israel, respaldado incondicionalmente por Trump y su equipo de medio oriente.