Israel puede ser formidable pero no invencible.

La exitosa invasión el sábado por parte del ejército terrorista de Hamas hizo añicos la reputación de Israel como una superpotencia de Oriente Medio.

Durante años, el primer ministro Benjamin Netanyahu alardeó de que destruiría a Hamas, empleando una fuerza de defensa clasificada como la cuarta más fuerte del mundo, solo por detrás de Estados Unidos, China y Rusia.

Sin embargo, los guerrilleros de Hamas lograron lo que nadie creía posible.

Sin previo aviso, violaron la seguridad y la paz de los suburbios de Israel de una manera que las naciones hostiles no habían logrado.

Bajo la cobertura de una lluvia de miles de misiles mortales que superaron las defensas del famoso Domo de Hierro de Israel, los militantes invasores de Hamas deambularon libremente por las calles residenciales, secuestraron a decenas de civiles israelíes y los encerraron en túneles para usarlos como moneda de cambio en futuras negociaciones.

El ex diplomático israelí Alon Pinkas escribió en Haaretz que fue 'un día que vivirá en la infamia', utilizando la misma frase que se utiliza para condenar el ataque sorpresa de Japón a Pearl Harbor y los ataques de Al-Qaeda a Estados Unidos.

La impactante realidad de la vulnerabilidad de Israel ahora impulsará su respuesta.

El efecto político inmediato es unir a los partidos políticos de la nación mientras el país busca restaurar la seguridad.

Las protestas contra Netanyahu que han sacudido las ciudades de Israel durante ocho meses se suspendieron de inmediato; el primer ministro discutió con líderes de la oposición la idea de un posible gobierno de emergencia de unidad nacional.

Netanyahu eventualmente tendrá que enfrentar furiosas recriminaciones por el éxito del ataque sorpresa de Hamas.

Los legendarios servicios de inteligencia de Israel fueron superados por la astucia de Hamas, el poderío de las Fuerzas de Defensa de Israel fue superado por las tácticas asimétricas de Hamas utilizando parapentes, drones y buldóceres.