Un año después del ataque de Hamas, la comunidad judía en Australia enfrenta nuevos desafíos y reflexiona sobre su identidad y su papel en la sociedad.

El 7 de octubre de 2023 se convirtió en una fecha que permanece grabada en la memoria colectiva de la comunidad judía a nivel mundial, y especialmente en Australia.

Un año después, es difícil acudir a los recuerdos de esos momentos sin sentir una mezcla de horror y desesperación.

La angustia y la pérdida provocadas por los ataques de Hamas no solo impactaron a los israelíes, sino que se sintieron de manera profunda entre los judíos dispersos por todo el mundo, incluyendo Australia.

Desde aquel día trágico, las comunidades judías han sido blanco de hostigamiento y desprecio, enfrentando una creciente ola de antisemitismo que se ha manifestado en críticas desmesuradas y ataques personales.

En este contexto, muchos australianos judíos han experimentado cómo el simple acto de compartir su dolor por las víctimas del ataque puede convertirlos en parias.

La violencia que empezó en el Medio Oriente resonó con fuerza en las calles australianas, donde se intensificaron las tensiones raciales y religiosas.

Este último año ha revelado que no se puede criticar al gobierno israelí sin que se cruce la delgada línea que lleva hacia el antisemitismo.

La deslegitimación de la experiencia judía y la distorsión de su narrativa histórica han permeado diversos ámbitos de la sociedad, incluso en aquellos espacios que alguna vez ofrecieron solidaridad.

La situación actual marca un punto crucial en la percepción pública, y la comunidad judía se ve empujada a redefinir su lugar en la sociedad.

Las opiniones y sentimientos disparatados hacia los judíos son aberraciones de la realidad que han proliferado en el debate público.

Se les acusa de ser colonizadores, de carecer de conexión histórica con la tierra de Israel, incluso se les categorizaba como supremacistas blancos por manifestar apoyo al sionismo.

Estas acusaciones se han vuelto omnipresentes y han creado una cultura de gaslighting, donde la comunidad judía se enfrenta a la negación de su identidad y de sus sufrimientos.

Reflexionar sobre la jornada del 7 de octubre es, por tanto, mirar hacia un futuro incierto.

¿Es este incidente un capítulo más en una larga historia de tragedias que han marcado a nuestro pueblo a lo largo de milenios? O, por el contrario, ¿es un llamado más amplio a todos los sectores de la sociedad para cuestionar y confrontar el antisemitismo que resuena en nuestros tiempos?

Lo que ha sucedido en el último año nos muestra que las luchas van más allá de la geopolítica de Israel y Gaza; se adentran en una batalla ideológica que exige reflexión y acción.

El conflicto con Hamas y Hezbollah no es una simple disputa territorial; es una cuestión de supervivencia.

No solo se trata de la existencia de una nación, sino de los principios democráticos que han guiado a Occidente.

Una conclusión ineludible que nos invita a todos, judíos y no judíos, a unir fuerzas contra la propagación del odio y la intolerancia.