El impacto del reciente lanzamiento de misiles iraníes sobre Israel, en medio de tensiones geopolíticas y la creciente ambición nuclear de Teherán.
Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, dejó claro en una de sus intervenciones en 2002 las intenciones que atribuía a la existencia de Israel.
En aquella ocasión, afirmó que los judíos se agruparían en la Palestina ocupada no para precipitar el fin del mundo, sino porque, según él, Allah pretendía que se reunieran en un solo lugar, donde acontecería la batalla final.
Este tipo de retórica ha continuado resonando en el contexto de las recientes tensiones en Oriente Medio.
Recientemente, Irán llevó a cabo un lanzamiento de misiles balísticos hacia Israel, un acto que, afortunadamente, resultó en daños mínimos gracias a las defensas aéreas israelíes y estadounidenses.
Sin embargo, el hecho de que tales ataques estén ocurriendo es alarmante y nos recuerda las palabras de Nasrallah.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué pasaría si uno de esos misiles hubiera estado equipado con una cabeza nuclear? Esa no es una posibilidad tan lejana según las informaciones recientes sobre el avance del programa nuclear de Irán.
El Secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, ha advertido que Irán podría estar a solo una o dos semanas de tener suficiente uranio enriquecido para construir una bomba nuclear.
Aunque, por supuesto, la fabricación de un artefacto nuclear requiere tiempo y conocimientos técnicos, el horizonte se vuelve más preocupante si consideramos la posibilidad de que Irán reciba apoyo técnico de aliados como Rusia, China y Corea del Norte.
Es un momento crítico para que las potencias involucradas tomen medidas decisivas.
Todo apunta a que Israel será el encargado de llevar a cabo una respuesta robusta, tal como ha hecho durante las últimas dos décadas al retrasar, aunque no detener, el programa nuclear iraní a través de una variedad de tácticas como sabotajes, asesinatos de científicos clave y ciberataques.
El Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha prometido que habrá consecuencias por los ataques iraníes, aunque aún no está claro cuáles serán estas.
En abril, cuando Irán lanzó misiles hacia Israel, el presidente estadounidense Joe Biden instó a Israel a moderar su respuesta, algo que podría considerarse un error teniendo en cuenta la gravísima amenaza que representa Irán.
Además de sus ambiciones nucleares, Irán ha estado librando una guerra contra barcos comerciales desarmados a través de sus proxies hutíes en Yemen, y ha orquestado ataques que han resultado en la muerte de soldados estadounidenses en países aliados.
Recientemente, Hezbollah disparó cerca de 9000 proyectiles hacia Israel, supuestamente en solidaridad con Hamas, lo que forzó a Israel a adoptar una respuesta militar contundente.
El panorama que se dibuja es uno de creciente incertidumbre y peligro, donde la comunidad internacional debe actuar para evitar que Irán alcance un umbral nuclear que alteraría el equilibrio de poder en la región y el mundo.
Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales no solo para la seguridad de Israel, sino también para la estabilidad global.