Una expedición científica a una peligrosa cadena montañosa en la isla de Nueva Guinea ha recolectado la primera evidencia fotográfica que confirma la supervivencia de un extraño mamífero que pone huevos. El equipo también descubrió docenas de especies de insectos no descritas, así como nuevos arácnidos, anfibios e incluso un camarón que habita en los árboles.

Imagen relacionada de evidencia fotografica mamifero papua

Investigadores de la Universidad de Oxford liderados por James Kempton realizaron una expedición a las montañas Cyclops, en la provincia indonesia de Papúa, donde lograron capturar imágenes de un mamífero conocido como echidna de pico largo de Attenborough y nombrado así en honor a Sir David Attenborough.

Esta especie, Zaglossus attenboroughi, considerada en peligro crítico de extinción, presenta púas parecidas a las de un erizo, un hocico similar al de un oso hormiguero y patas parecidas a las de un topo.

Hasta ahora, se sabía muy poco sobre la historia de vida de este mamífero.

Su existencia solo había sido registrada por un espécimen recolectado en 1961.

La captura de imágenes de este animal en Papua es un hallazgo de gran valor científico, ya que durante años se creyó que estaba extinto.

La recuperación de esta especie es una prueba de la biodiversidad única de las montañas Cyclops y su importancia para la conservación de la fauna en la región.

Además, durante la expedición se encontraron numerosas especies desconocidas hasta ahora.


Entre ellas se destacan varios insectos, arácnidos, anfibios y un camarón que vive en los árboles.

Estos crustáceos, algo más grandes que granos de arroz, fueron encontrados en todo tipo de hábitats, como árboles, musgo, troncos en descomposición e incluso debajo de rocas.

Es una criatura bastante extraña y tiene la capacidad de saltar hasta tres o cuatro metros en el aire para escapar de los depredadores.

La expedición se llevó a cabo en condiciones difíciles debido a la lluvia constante y el terreno empinado de las montañas Cyclops.

Además, había serpientes venenosas y sanguijuelas que viven en los árboles, lo que puso a prueba a los investigadores.

Incluso uno de los miembros del equipo sufrió una fractura de mano al bajar de una montaña.

Este hallazgo es de suma importancia para la ciencia y para la conservación de estas especies únicas en el mundo.

La preservación de su hábitat natural es fundamental para garantizar su superviviencia y contribuir a la biodiversidad de la región.