Evan Gershkovich, periodista del Wall Street Journal, ha sido sentenciado en Rusia a 16 años en un penal de máxima seguridad por cargos de espionaje, en un caso que ha suscitado condenas internacionales.
Un tribunal ruso ha declarado culpable al periodista estadounidense Evan Gershkovich de cargos de espionaje y le ha impuesto una pena de 16 años en un penal de máxima seguridad.
Este veredicto fue calificado por su empleador, el Wall Street Journal, como "una condena vergonzosa y sin fundamentos".
Gershkovich, quien tiene 32 años y ha negado cualquier delito, enfrentó un juicio en la ciudad de Ekaterimburgo el mes pasado, tras ser acusado de intentar recopilar información sensible sobre una fábrica de tanques.
El periodista fue el primero en ser acusado de espionaje en Rusia desde la Guerra Fría, y su arresto en marzo de 2023 produjo un éxodo de muchos corresponsales estadounidenses y otros occidentales de Moscú, por temor a enfrentar la misma suerte.
El presidente de EE.UU., Joe Biden, comentó sobre el caso, afirmando que Gershkovich no había cometido ningún crimen y que su detención era arbitraria.
"Estamos presionando fuertemente por la liberación de Evan y continuaremos haciéndolo", declaró Biden en un comunicado.
"El periodismo no es un crimen".
Durante la audiencia del viernes, una grabación del tribunal mostró a Gershkovich, vestido con una camiseta y pantalones negros, en una jaula de vidrio mientras escuchaba la rápida lectura del veredicto que duró casi cuatro minutos.
Cuando el juez le preguntó si tenía alguna pregunta, él respondió con un escueto "Nyet".
El juez Andrei Mineyev indicó que los casi 16 meses que Gershkovich ya había pasado tras las rejas se tomarían en cuenta para su sentencia de 16 años.
Este caso no solo pone de manifiesto la creciente represión en Rusia, sino que también se enmarca en un contexto más amplio donde la libertad de prensa ha estado bajo ataque.
Históricamente, el período de la Guerra Fría estuvo marcado por tensiones entre el Este y el Oeste, donde los actos de espionaje eran comunes y los periodistas a menudo eran vistos con desconfianza.
La condena de Gershkovich ha sido recibida con indignación por diversas organizaciones internacionales de derechos humanos, que consideran que este juicio ha sido una farsa.
Además, varios gobiernos occidentales han instado a Moscú a liberar al periodista y permitir que el trabajo de la prensa libre continúe sin obstáculos.
Este acontecimiento resalta la difícil situación en que se encuentran los reporteros en Rusia, quienes deben navegar en un entorno cada vez más peligroso y hostil para poder desempeñar su labor de informar al público.
La comunidad periodística global sigue preocupada por la creciente represión en el país y por el futuro de la libertad de expresión en la región.