La planta de Ratcliffe-on-Soar, la última de su tipo en el Reino Unido, cesa operaciones, marcando el fin de 142 años de dependencia del carbón para la generación de electricidad.

En un giro histórico, el Reino Unido se prepara para cerrar su última planta de energía a carbón, ubicada en Ratcliffe-on-Soar, al norte de Londres.

Esta decisión pone fin a 142 años de dependencia de este recurso fósil para la generación de electricidad, un hito significativo en la transición hacia energías más sostenibles.

La planta de Ratcliffe-on-Soar, inaugurada en 1968, ha sido un pilar en la producción de electricidad, utilizando cuatro calderas que, en su apogeo, podían generar la energía suficiente para preparar más de mil millones de tazas de té al día.

Este poderoso complejo, que se compone de ocho torres de refrigeración y una chimenea que se eleva a 199 metros, ha formado parte esencial de la infraestructura energética británica.

Históricamente, el carbón ha jugado un papel crucial en el desarrollo del Reino Unido.

Desde ser el motor de la Revolución Industrial hasta el sustento de una economía basada en combustibles fósiles, el carbón no solo impulsó la industria, sino que también moldeó la política y el comercio.

Sin embargo, la huelga de mineros de 1980 sigue siendo un evento emblemático que refleja la lucha y el desafío que enfrentaron los trabajadores del carbón en épocas anteriores.

El cierre de la planta se llevará a cabo el lunes sin un gran despliegue de celebraciones o ceremonias, algo que sorprende dado el peso histórico del carbón en la nación.

A diferencia del pasado, donde eventos de este tipo habrían atraído la atención nacional, la modernidad y el enfoque en energías renovables han relegado a esta fuente de energía a un segundo plano.

El Reino Unido se convierte así en el primer país del G7 en prohibir completamente el uso del carbón para la generación de electricidad, un año antes de lo previsto por el gobierno conservador anterior en 2015. Desde la primera planta de energía a carbón del mundo, inaugurada en Holborn Viaduct en Londres en 1882, el país ha recorrido un largo camino en su viaje hacia la sostenibilidad.

John Roberts, un supervisor que ha trabajado en la planta desde los 16 años, es uno de los 170 empleados que ha visto la transición de esta industria.

Según él, cerca de la mitad de los trabajadores permanecerá en el lugar hasta 2025 para llevar a cabo el desmantelamiento de la planta.

Muchos de ellos tendrán que buscar nuevas oportunidades laborales, mientras que otros, como Roberts, optarán por el retiro.

“Es un momento significativo”, comentó Roberts, quien describió la planta como un enorme set de Meccano que necesita cuidados constantes.

Este cierre no solo marca el final del uso del carbón, sino también una etapa en la historia industrial del Reino Unido.

La admiración por las imponentes torres de refrigeración, que serán demolidas en los próximos meses, es palpable entre los residentes locales, quienes sienten que una parte de su historia se desvanecerá con su partida.

La decisión de clausurar esta fuente de energía refleja una creciente preocupación global por el cambio climático y un compromiso con deseos de reducir la huella de carbono en la búsqueda de un futuro más sostenible.

Es un paso que, aunque cargado de nostalgia por los días pasados, lo celebra la visión de una energía más limpia y renovable.